A DIESTRO Y SINIESTRO
- Por miguel-galindo
- El 26/08/2016
El título del de hoy quiere ser un guiño a los que, en un lugar de la región, de cuyo nombre no quiero confesarme, a fuer de don Quixote, me siguen con ese expreso lema de contraseña, al que ellos mismos han querido bautizarlo así. Así sea, pues… Amén. El que me lean allí donde me leen, y me sigan desde donde me siguen, encuadernando estos folios y pasándoselos bajo tal título, para consumo de sus espíritus inquietos, supone para mí todo un privilegio. Un honor al que solo puedo corresponder con el homenaje más sincero de mi persona y desde estas mismas líneas.
Viaje hasta allí pues con el portador este humilde mensaje de ese mismo homenaje, para mi amigo y para todos y cada uno de sus amigos que, a través de él, también son ya amigos míos. Así mismo deseo que consideren el presente, como tal presente de agradecimiento y en correspondencia a su inestimable regalo de leerme y seguirme… Y bendecido sea por mi parte el nombre de guerra dado por ellos a mi Mirador con mis opiniones desde La Opinión. Que A Diestro y Siniestrosea entonces vuestro contrapunto y vuestra referencia desde mi atalaya de ver y mirar las cosas. Jamás podría yo encontrar un ojo más subjetivo ni un pensamiento más objetivo que el vuestro, dadas las circunstancias… Por lo que el reconocimiento, el agradecimiento, si es que debe haberlo, es solo mío hacia vosotros…
Habrán otros muchos el día de hoy que crean que lo escrito hasta ahora está escrito en clave. Y llevarán razón. Es una clave que no me está permitido revelar, y de la que solo algunas pocas personas – las imprescindibles – son sabedoras. Así debe ser. Pero, aún y con eso, tan solo llevarán una parte de razón, porque la otra, la exo-térica, lleva el mensaje de siempre a los de siempre. La de la información que se comparte, la de la comunicación, la de la comunión, la de la opinión que se ofrece, lo que bulle dentro y sale fuera en su diario encuentro con los demás…
Pues comunión no significa tanto común-unión como común-icar, ya que no puede existir comunión sin comunicación. Ésta que yo celebro cada día con todos los que me siguen es comunicar, poner en común, aunque no pensemos en común. Pero yo no podría comunicarme sin nadie que, a su vez, comunica conmigo a través de la lectura, o la puesta en común con otros, de mis paridas. Ese solo acto ya es sacramental, porque los espíritus de personas distintas y separadas se ponen común-contacto a pesar de las distancias, los muros, o las fronteras…
Es lo que a mí me pasa con todos ustedes. Pero cuando algunos de esos ustedes, de esos vosotros, establece contacto a través de un correo del zar, de un tocayo Strogoff, como el ángel mensajero que hay en cada recodo del camino de la vida, y me hace saber de su “aquí estamos, te seguimos y te discutimos…”, es cuando uno empieza a creer en que todo puede ser posible. O que en este mar, no es que no haya náufragos, es que escasean las botellas…