A DIOS ROGANDO...
- Por miguel-galindo
- El 14/11/2018
Lo de la Comisión Antipederastia, creada a bombo y platillo por la Conferencia Episcopal Española, con el desesperado intento de dar una imagen de credibilidad a la iglesia española, resulta ser todo lo contrario. Un burdo y torpe engaño, una sucia patraña, un travestismo soez, un insulto a la mediana inteligencia de la ciudadanía. Dejo al margen a los por sí llamados creyentes, seguidores justificadores, e incondicionales, hacia los que lo único que se me ocurre es un “perdónalos, Señor, porque no saben lo que se hacen”, pues si lo supieran – me atrevo añadir por mi cuenta – no tendrían perdón tampoco.
Pero es una Comisión creada justo para todo lo contrario. Para enturbiar, entorpecer, ocultar, encubrir, justificar, e incluso denigrar a las víctimas. Pero toda la porquería que está generando con los abusos de décadas, y décadas, y más décadas, se la están ganando a pulso. Han creado la Comisión para hacer exactamente todo al revés de lo que deberían hacer de y por derecho. En España, por el nacionalcatolicismo aún existente, si bien que residual, en la sociedad civil, aún no ha eclosionado lo que esconden las alcantarillas de la sagrada pederastia, como lo ha hecho en Filadelfia, Irlanda, Alemania, Australia… Solo denuncias sueltas aquí y allá, acalladas por el aparato eclesial, y frenadas por el ominoso y vergonzoso Concordato con nuestros mediocres gobiernos de izquierdas y derechas sin distinción alguna. Así que se adelantan al movimiento general con una medida impúdica.
Primero, nombran Presidente de la Comisión a un obispo acusado precisamente de tapar a los curas pederastas de su diócesis. Un prelado que aún se jacta de justificar a sus sacerdotes pedófilos y de acusar a las víctimas de “que los provocan”. Incluso de proclamar que tanto ruído para tan pocas nueces, que menos lobos, Caperucita… que apenas es un miserable porcentaje de nada. Segundo, porque la tal Comisión estudiará los casos “en ínterin”, y se reserva de pasar a la justicia ordinaria aquellos que “por su gravedad” consideren convenientes. O sea, igual que antes, o peor que antes… ellos controlan la culpabilidad o no. Tercero, porque “es la Diócesis la que gestiona las denuncias” y no los juzgados, esto es, control absoluto y opacidad más absoluta todavía…
Cuarto, los obispos españoles desprecian a quiénes querían hacer de la Comisión un órgano colegiado y plural, participado por especialistas en salud mental, legisladores, educadores, iglesia y las propias asociaciones de víctimas, y la han confeccionado restringida solo a altos funcionarios eclesiásticos. Se cierran y se blindan contra cualquier injerencia externa. Aquí solo juzgan los propios verdugos. Y quinto, siguen considerando a cualquier ordenado por la curia como persona por encima de cualquier ley humana, como seres a los que no les pueden afectar ninguna norma social, que pueden convertirse en depredadores de niños sin que se les toque un solo pespunte de la sotana.
El último caso salido a la luz, un cura de la Diócesis de Astorga, condenado por abusar de un alumno del Colegio Juan XII, aún ocupa su casa y sus privilegios, y eso a pesar de ser reincidente, pues ya fue acusado de ejercer abusos en el Seminario Menor de La Bañeza, en León, a finales de los ochenta. Ahí está, protegido, sin ser entregado a la justicia secular… Eso sí, a su víctima, que ha denunciado su situación al mismísimo Papa, sí que el obispado le ha negado la entrega del procedimiento de su caso. Represalían a la víctima y protegen al verdugo… ¡Ah!, es que la víctima es solo una persona y el verdugo es un sacerdote… no se me atreva a comparar, dicen…
Y se da la sangrante casualidad que el obispo que cometió tal tropelía es ahora el que han puesto al frente de la Comisión Antipederastia de la Conferencia Episcopal de este desgraciado y puñetero país. Pero no pasa nada. Los cumplidores del dogma seguirán sin faltar a Misa, ocultando y justificando, y poniendo los ojos en blanco para solo ver en las nubes lo que no quieren ver en la tierra, allí, en su cielo prometido. Si santas son las aberraciones, se tapan con oraciones…
Hay una parte en el Evangelio donde Jesucristo dijo: “a cualquiera que escandalizare a uno solo de estos pequeños, más le valiera colgarse una piedra al cuello y tirarse al mar”. Pero eso nadie quiere recordarlo, ni fieles ni fielatos, nadie. Mucho menos decirlo. Prefieren colgarse una cruz al cuello y tirarse al confesionario… a ver lo que pueden pescar, o qué bocas callar. “No sed cínicos ni hipócritas, como los fariseos…” también se nos dijo en ese mismo Evangelio por ese mismo Jesús… Pero como que no.
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