A LA HOSTELERÍA

Cuando escribo este artículo no sé si se habrá levantado el confinamiento y cierre de bares, o lo habrán prorrogado a la vista de los resultados de aplanamiento de la curva, apenas a la semana de la medida, o si la presión y protesta ejercida por el sector podrá más que la incidencia – sobradamente demostrada a su pesar – sobre la cifra de contagios. Cuando esto se publique, se sabrá la respuesta. Lo que es innegable también puede ser razonable. Las autoridades sanitarias, hasta ahora, aplican esas normas de cierre basadas en modelos predictivos generales, que aciertan por comparación de posiciones extremas (tener abierto contagia más que tener cerrado, sin más matices, en lugares donde la gente se junta y se desprende de las mascarillas)… Lo que hay que afinar es en la cuantificación para poder concretar.

Pues bien, últimamente, existe una herramienta, probada y comprobada, un algoritmo, desarrollado por científicos computacionales de la Universidad de Standford, California, que analiza con exactitud meridiana la incidencia porcentual del contagio con el uso y la visita de la gente a estos establecimientos. En Nueva York, Chicago, Filadelfia, y otras siete ciudades, se han llevado a cabo estudios en mapas de 57.000 barrios, con decenas de millones de personas en lugares de contacto: bares, restaurantes, gimnasios, iglesias, comercios, etc. En que, no solo se demuestra la relación directa, sino que incluso se pueden desarrollar modelos intermedios que minimicen los brotes sin tener que cerrar o destruir por entero estos negocios.

Tal base de datos fue obtenida durante la primera ola pandémica, de Marzo a Mayo, y con esa masa de resultados, el equipo investigador, encabezado por Lou Kowec, ha construido un modelo mucho más preciso y específico, y realista, que cualquier otro anterior. Así, con un modelo matemático, se puede aplicar en cualquier escenario o naturaleza de actividad que se nos ocurra, y puede arrojar unos datos muy fiables de la incidencia de los cierres o las aperturas sobre los contagios… Naturalmente, el modelo hay que ajustarlo a los horarios y costumbres de país o lugar donde se aplique, pero permite, al menos, adecuar los riesgos – sobre la salud y la economía – a los cuales atenerse. A título de ejemplo: la apertura o cierre de los gimnasios durante un mes, equivalen a 150.000 infecciones; la de bares y restaurantes suponen 600.000 contagios (escenario: Chicago)… Ítem más: si se abre la hostelería un 20% reduciría su cuota de infecciones un 80%, con respecto a la apertura total. Se trabaja con datos duros y predicciones sólidas que los gestores públicos pueden usar para programar sus medidas a tal respecto.

Pero es que este algoritmo, entre otras cosas, también aclara por qué el Cóvid ha golpeado más fuerte a los barrios pobres que a los ricos, y en qué medida: menos gente trabaja en casa que se ve obligada a salir y moverse, sus pequeñas tiendas triplican la densidad de público que en los barrios ricos, dado el servicio a domicilio, entre otras razones… Por ejemplo, el simple hecho de ir a la compra supone el doble exacto de riesgo de contagio para un pobre que para un rico… Todo está medido y demostrado, los cómo, los dónde, los cuándo y los porqués…

Y aquí, como en cualquier parte, también se podría hacer, medir y demostrar, adecuándolo a nuestra realidad. Por eso las protestas y quejas de un sector que se encierra en negar una evidencia reconocida por todos los expertos sanitarios del mundo (ahora también matemáticos e informáticos) no es el camino más acertado. Buscar una victimización acusando a los demás de demonizarlos no se ajusta a la realidad. No es cierto. Es solo que su tipo de negocios, y sobre todo sus propios clientes, son sus peores enemigos. Y eso no es un ataque, si no una desgracia, pura mala suerte… Ha salido la riada y mi casa, en medio de la rambla, joer…

La hostelería puede protestar por falta, o no, de ayudas (otros sectores lo están pasando mucho peor), pero no por tomar medidas que salven vidas. No es un sambenito de la-caja-antes- que-la-salud que les convenga echarse encima, y menos cuando tiene a una clientela entregada que está deseando arriesgarse a sí mismos y a los suyos terraceando que es gerundio… Tiene que cambiar de estrategia reivindicativa. Y tiene que reinventarse para estos tiempos del cólera. Y, sobre todo, negociar con la administración, apoyar y utilizar estas armas que la tecnología ha desarrollado en fórmulas que ayudan a sobrevivir sin un excesivo costes de vidas humanas… Y después, ya veremos.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo