A QUIEN QUIERA SABER

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La Ley presentada por el PP y Ciudadanos del gobierno regional para salvar el Mar Menor (Dios salve al Mar Menor) no contenta a nadie. Solo a los suyos, y poco. Y eso que está hecha para contentar a todos. Sin embargo, ni a los agricultores, ni a ecologistas, ni a promotores, ni a científicos, les gusta. A pesar, como digo, de estar hecha para contemporizar. Al final solo es un quiero y no puedo, un mantente mientras cobro, un parche… No arregla nada, solo retrasa lo inevitable.

            La Norma amplía a 500 mts. La prohibición de uso de fertilizantes. Eso no es nada. Medio quilómetro ni es barrera de seguridad ni res de res. Es solo un gesto para unos y un guiño para otros. Un filtro escaso y cobarde. Como cobarde es la congelación de apertura de puertos deportivos. No es malo, pero mejor sería prohibir la navegación deportiva a motor, y solo permitir la de vela. Veta nuevos proyectos urbanísticos durante cinco años. Vale. ¿Y los que no tienen sostenibilidad ecológica alguna, y están ahí, contaminando?.. ¿Y los que están esperando desde antes de la publicación de la Normativa?.. ¿Y después de la moratoria, qué?.. ¿pajera abierta?.. Pura indefinición todo, y ninguna concreción.

            La prohibición debería ser tajante y definitiva, más que indefinida, incluso. El Mar Menor necesitaba estas medidas hace muchas décadas, y ahora necesita otras muchas décadas solo para mejorar un poco. Hace esas muchísimas décadas, cuando yo era un payaso risueño (ahora lo sigo siendo, pero cabreado) publicaba en aquella originaria y primitiva La Opinión de Murcia, que al Mar Menor se le tenía que tratar como el “ecosistema único en el mundo” que se decía y presumía que era: protegiéndolo a degüello, tal y como se hizo con Doñana, por poner un ejemplo familiar muy a mano. Estableciendo una barrera de protección suficiente alrededor de la laguna donde no se pudiera construir ni explotar agrícolamente nada, y donde solo se permitiera un flujo de visitas controlado, y donde el Mar Menor solo fuera navegable a vela, salvo muy medidas excepciones…

            Pero, claro, un paraíso natural no es rentable. Respetar su hábitat original (todo un privilegio para sus habitantes) y establecer el residente turístico al otro lado del borde de esa zona de protección de la albufera, se ve que no era muy buen negocio. Había que explotarlo a pie de playa, y si éstas no existían, pues se construían artificiales. Esto, sumado a unos vecinos que tuvieron todo el espacio libre para sus explotaciones agrícolas indiscriminadamente, es el resultado de lo que tenemos hoy. Nos guste o nos disguste. Lo reconozcamos o no…

            Gonzalo Barberá es un científico del CSIC que, en Junio pasado, dimitió junto a otros investigadores, del Comité de Asesoramiento sobre el Mar Menor, creado en 2016… “No éramos independientes, como tiene que ser todo Comité Científico”, es lo que confiesa. No. No lo eran. De hecho jamás lo fueron. Estaban intervenidos por la administración regional, hasta el punto de tener secuestradas sus opiniones al respecto. O bendecían las declaraciones irresponsables y triunfalistas de los políticos, como aquella famosa del López Miras, embarcado en proa como Popeye, o los callaban. Estaban amordazados.

            Hoy, esos mismos políticos, acorralados por una opinión pública que tampoco es que sepa opinar mucho, vuelven a presumir hipócritamente con una Ley, enana y defectuosa, que solo vale para ampliar una desgraciada y patética agonía. Puede que no salve al Mar Menor, pero salvan sus intereses. Y encima con normas que debieron imponer desde que están gobernando, y que no les dio la real gana de hacerlo… Y entonces todos aplaudíamos: ellos y nosotros, por lo que a todos interesaba, claro, naturalmente…

 

Publicado por MIGUEL GALINDO SANCHEZ en 23:33

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