¡¡ A VOTAR... !!

             

  Santa urna bendita nos dé más que nos quita… es la jaculatoria que deberíamos repetir a modo de mantra de aquí al domingo. Y que ella nos proteja. Porque con el porcentaje en las encuestas de indecisos aún existente, puede ocurrir cualquier cosa. La próxima crónica aparecerá pasado los idus de votus, y las elecciones habrá eclosionado sus huevos, y habrá hecho la labor de las mareas en los partidos políticos, y habrán terminado con los mareos de los ciudadanos, y los noticiarios descansarán en paz y nos dejarán en paz…

                No me voy a aventurar un solo y jodido pelo. No, al menos con el tanto por ciento de no saben-no contestan que arroja la intención de voto y que solo se hacen creíbles en el supuesto que esa misma intención de voto sea extrapolable la que ya han decidido con la que no. Y eso, naturalmente, no deja de ser un supuesto.

                Porque yo creo que el espabilamiento ciudadano aún no ha llegado al nivel que debería haber llegado, ya hace muchos años. Desde que el bipartidismo se hizo partitocracia y nos está tomando el pelo sistemáticamente, al menos. Y de eso hace ya bastante tiempo. Se repartieron los controles de las instituciones del estado que deberían ser independientes, impunemente, y ambos participan de los despojos institucionales a la ciudadanía al alimón… y con toda fruición. Luego, a la hora de echar mano del discurso electoral cada cuatro años, a usar la demagogia sin límite ni pudor alguno, y con todo el descaro. El pueblo no se da cuenta. Así perdían las elecciones por deméritos propios, nunca por méritos ajenos. Por puro desgaste.

                Buena prueba de ello es que, ahora, con un cuadro distinto de partidos emergentes que amenazan tal bi-hegemonía, tampoco han aprendido a cambiar su discurso ni su estrategia demagógica. Ambos dos mienten, prometen lo que saben que no van a cumplir, dicen lo contrario a lo que practican, y se acusan mutuamente sin empacho alguno de lo que ambos tienen por qué callar, porque ambos son reos de la misma culpa. La cosa es muy simple: el opositor hace de regeneracionista y el regidor de justificalista, según le toque el papel y rol a cada cual en cada momento. Hoy a uno, mañana al otro. Es la deshonestidad más descarada la que exhiben ante un pueblo al que aún toman por tonto… con razón o sin ella.

                En esta ocasión, los otros no es que estén descalificados, si no incalificados, que no es lo mismo. Los nuevos están sin calificar aún, puesto que carecen de historia comparativa en la que constatar sus atinos y/o desatinos, sus cumplimientos o incumplimientos, sus verdades y sus embustes, que es el espejo donde quedan reflejado los engaños y falsedades y lo que han hurtado a la democracia y ocultado a la sociedad a lo largo de las décadas de ejercer el poder…

                Yo pienso, y tómese como una opinión personal, que merecen una oportunidad quienes aún no la han tenido, quitándosela a los que han abusado de ella y la han desperdiciado. Eso es lo que creo. Lo que no me creo ni loco es el sucio y tramposo cuento de que gobierne el que tenga experiencia. Por dos razones. Primera, porque sería tremendamente injusto y antinatural condenar al novel por el simple y retorcido hecho de privarlo de tal experiencia por tal motivo. Y segunda, porque cuando la experiencia se ha corrompido hasta deformar la propia realidad democrática, lo mejor es tirar a la basura lo podrido y buscar algo nuevo y limpio. Es lo lógico, lo de mayor sentido común. Pero eso hay que salir a buscarlo, no quedarse tranquilamente en casa esperando que lo hagan los que no les interesa hacerlo de ninguna forma. Nadie nos va a mejorar lo que nosotros no mejoremos…