A VUELTAS CON LA SANIDAD...

 

A vueltas con la Sanidad Pública.

            Por su gran interés general, hoy me van a permitir que no escriba yo el artículo. Voy a limitarme a transcribirles un texto íntegro que me han hecho llegar. Tal cual. Mi agradecimiento al autor del mismo.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

A lo largo de este verano se ha destapado, como una más de las numerosas “serpientes de verano” que aparecen en los medios de comunicación cuando no hay noticias relevantes que echarse a la vista, el debate entre la sanidad pública y privada.

En esta ocasión ha sido el Presidente de la patronal murciana, José María Albarracín, quien –en una entrevista ofrecida en la prensa regional- recomendaba al SMS (Servicio Murciano de Salud) que redujese los días de estancia de los enfermos en los hospitales, equiparándolos a la media de los hospitales privados, en un esfuerzo por ahorrar el gasto en sanidad, que junto al del capítulo 1 (personal funcionario y al servicio de las Administraciones públicas) se llevan la mayor parte del presupuesto de nuestra Comunidad Autónoma.

La noticia no ha pasado desapercibida y, más pronto que tarde, han salido algunas voces discordantes con el fondo de la cuestión planteada.  Así, por ejemplo, desde estas fuentes de opinión se ha argumentado que la sanidad pública “soporta el mayor peso de la asistencia sanitaria no rentable”, o que la sanidad pública “tiene que dar respuesta a todas las demandas que la ciudadanía hace de ella, sin tener en cuenta la rentabilidad, mientras que en la privada se potencia aquello que es rentable y lo que no lo es se pasa a la pública”.

Sin desmentir ninguno de estos razonamientos, que son totalmente válidos y sobradamente cargados de razón, me voy a centrar exclusivamente en el hecho que ha generado la discrepancia, es decir la noticia aparecida en la primera página de La Opinión: “La CROEM pide al SMS que saque antes de los hospitales a los enfermos”, y que –tal cual y así- sacada de contexto parece más un despropósito que una falsa interpretación.

Pues bien, analicemos lo que está ocurriendo en la mayoría de los hospitales públicos en relación con las estancias de muchos de los enfermos que podríamos denominar “de bajo riesgo”. Lo que relato a continuación es un hecho real, pero que –estoy seguro- que a la inmensa mayoría de lectores que hayan llegado hasta aquí, les sonará, ya que estoy seguro que algo similar, bien sea por activa o por pasiva, les habrá sucedido, y en más de una ocasión.

Un enfermo llega a un hospital de la sanidad pública, en nuestra Región. Es jueves y entra por la puerta  de urgencias; le hacen un primer chequeo y deciden pasarlo a planta, pero por problemas burocrático-administrativos, tardan un día y medio en hacerlo, por lo que el médico de planta no lo trata hasta ese momento. Con el informe de urgencias y la primera exploración, le manda una serie de pruebas; pero ¡oh!, estamos a viernes mediodía y ya hasta el lunes no se las pueden hacer. El lunes se le hacen las dos pruebas y el médico las ve el martes, donde le vuelve a mandar otra prueba; esta no se la puede hacer en el hospital donde está ingresado y espera otros dos días para que le fijen fecha en otro centro. Por fin se la hacen el jueves y el viernes el doctor no está y quien le sustituye decide esperar al lunes para que tome la decisión el doctor que le atendió el primer día. El miércoles por la tarde (catorce días después del ingreso) le dan el alta para que marche a su domicilio, con un tratamiento muy simple.

Esto, sinceramente, no pasa en la sanidad privada, y es que mientras que en la sanidad pública “a nadie le duele el bolsillo” ya que “pagamos todos” a través de nuestros impuestos, en la privada existe un control mucho más exhaustivo de todos aquellos gastos inherentes a un tratamiento. Y no quiere decir ello que en la sanidad privada los tratamientos sean más deficientes, no, lo que ocurre es que hay un mayor control del gasto, derivado del concepto de rentabilidad que existe en la empresa privada.

No se trata, con esto, de poner en duda la profesionalidad de nadie ni de ninguno de los profesionales que trabajen en alguna de estas disciplinas, no; eso está fuera de toda duda, pero no me negarán que la relajación en el control del gasto en la sanidad pública, es notorio y sabido, y a eso es a lo que nos deberíamos de atener.

Esto nos lleva a un largo y polémico debate que siempre ha habido en nuestro país, y en el que se ha cuestionado, en algunos casos de forma equivocada, la oposición a la imposición de determinados modelos de gestión en los hospitales públicos, bajo la denuncia de que se iba a privatizar la sanidad pública. Y nada más lejos de ese propósito. Lo que en algunos casos se pretendía, y nunca fue posible implantar –por cierto- es la “gestión” privada, dentro de una sanidad pública.  Es decir, que no se perderían ninguno de los derechos legítimamente obtenidos por nuestra sociedad en materia de sanidad y en beneficio de la colectividad, y que son altamente reconocidos mundialmente.  De lo que se trataría es de aplicar modelos de gestión (en muchos casos administrativa y de recursos, tanto técnicos como humanos); y que estos, que no se cuestionan, en absoluto, estén mejor gestionados y no se permitan situaciones, como la que se ha relatado en este artículo, que dejan mucho que desear en cuanto a lo que es la eficacia y el rendimiento en la gestión de estos recursos.

Y esto, con el modelo funcionarial que tenemos en nuestro país, es básicamente imposible de conseguir. ¿Estamos de acuerdo?.- 

J.N.G.S.