ABDUCIDOS

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Sherry Tuckle es una investigadora del Massachussets Institute o Technológy (MIT). Ahí es nada, camarada. Ha escrito un libro que se titula “En defensa de la Conversación”, sobre lo que su mismo título indica, sin mayores historias. Y dice, entre otras cosas, que la tecnología ha invadido la esfera privada de las personas y que abusa de trucos tecnológicos para atar y esclavizar a la ciudadanía al móvil, o la táblet, o el ordenátor… y abre un debate sobre las posibilidades legales de sus límites.

                Dice que vivimos en una sociedad donde las personas no somos capaces de concentrarnos por culpa de la simple señal que emite un móvil cuando recibe una notificación, por ejemplo, y que estamos pendientes del contenido de ese e.mail, o whatssaps, o twitter, o ese algo en Facebook, o lo que sea. Y que somos víctimas de trucos psicológicos que provocan no poder verse separados del móvil, y que somos dependientes de una serie de aplicaciones que lo único que hacen es atarnos a una esclavitud cada vez mayor de los móviles.

                “El teléfono no es un accesorio. Es un dispositivo psicológicamente poderoso que cambia no solo lo que haces, si no también lo que eres”… Joder, qué fuerte, ¿no..?. Pero la verdad, es que te paras a pensarlo y es más cierto que falso. La gente, sobre todos los jóvenes, dependen del móvil o del adminículo tecnológico hasta el punto de no concebir una existencia sin él. Esto es rigurosamente cierto. Y eso supone el poder ser manipulado en un grado que, en realidad, asusta bastante.

                Es así hasta tal punto que la propia Comisión Europea ha abierto un debate sobre ello, y ha creado una plataforma de reflexión: el Manifiesto Onlife. Tal Manifiesto pide que los especialistas estudien los riesgos de tal escenario en el que no se sabe dónde termina lo humano y donde empieza lo digital. “Creemos que las sociedades deben proteger, cuidar y cultivar la capacidad de atención y de análisis de los seres humanos”, dice la Comisión que se ha puesto en marcha para conocer el grado de afectación de las nuevas tecnologías en la esfera de lo personal.

                Bueno… pues ya me dirán cómo, pero en Sylicon Valley preveen que, en un espacio breve de tiempo, todos los humanos podríamos estar directa y permanentemente conectados mediante la implantación fácil y segura de un chip cerebral, y sin necesidad de portar un artilugio en el bolsillo al que poder apagar cuando se quiera. Así que el “creemos que las sociedades deben proteger, cuidar y cultivar la capacidad de atención de los seres humanos” que, como principio, pregona y reza el Manifiesto europeo, ya me contarán cómo encaja con lo otro, que sirve a tan poderosos intereses económicos, mediáticos y de dominio…

                Yo les diré lo que va a pasar. Como en democracia se hace lo que quieren los ciudadanos – al menos en teoría, y cuando conviene – una vez abducida la voluntad de esos mismos ciudadanos mediante el abusivo uso de los móviles, ellos mismos mostrarán su deseo voluntario de ir directamente al matadero. Estamos en un mercado libre, ¿verdad?, o eso dicen. Así que ya se puede poner y oponer la Comisión Europea… me parece a mí.

                “La capacidad y el derecho a concentrar nuestra atención y discernimiento es una condición crítica y necesaria para la autonomía, la responsabilidad, la reflexibilidad y la pluralidad”, asevera tal Manifiesto Europeo. Y sí, eso está muy bien. Pero ¿y cuando ya no quede autonomía, ni responsabilidad, ni capacidad de pensar ni reflexionar?.. Entonces, ¿qué pasa?. En las jóvenes generaciones están ya a punto de agotarse tales capacidades, aviso. Me parece a mí que el séptimo de caballería otra vez llegará tarde, y los indios ya nos habrán cortado la cabellera.