ACLARANDO CONCEPTOS

(de Encuentra.com)

 

Me escribe un laaargo epistolarium una muy digna dama, faltaría más, en el que me pregunta, “si a bien lo tengo responder”, me dice textual, en qué razonamientos me baso para asegurar que “el Génesis es como tú lo dices y no como lo dice La Biblia, y que Dios no es Jehová, y que el hombre fue una implantación genética”… y unas cuantas cosillas más que aquí ahorro al lector para no enrevesar ni alargar una descripción que ya habla por sí sola, y de la que, por cierto, quiero hacer constar que tiene todos mis respetos.

Y los tiene, porque se me plantea con igual respeto, naturalmente… Mis comentarios, querida amiga, se basan estrictamente en el propio texto bíblico, faltaría más. Nada me invento que no este escrito en esa misma Biblia de referencia. Lo único que hago – o mejor: que me permito hacer – es interpretarlo según las más recientes investigaciones en Historia, Lingüística y otras ciencias asociadas, aparte, o además, de lo que los exégetas han ido aclarando, u oscureciendo, según las distintas épocas e intereses de las diferentes religiones.

A lo largo de esos escritos a los que alude mi comunicante, he dicho siempre que el término hebreo Elohim es plural, esto es: dioses. Según el tal y mismo Génesis bíblico, fuimos creados por dioses que dicen que dijeron: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza”. No pone a “mi”, o “su” imagen, sino a “nuestra”, también plural…Y más adelante aclara que se crearon “hombre y mujer”, o sea, blanco y en botella… Macho y hembra a semejanza de ellos, dice lo que dice y no otra cosa. Se deduce que si a los Elohim se les otorga categoría de Dios, es que fueron “enviados” por Él con el “fiat”, o encargo, o misión, de ponernos en marcha dentro de la Creación, o lo que yo llamo, con permiso, engancharnos a la Evolución.

Vale… Es cuando interpreto (por supuesto, no soy yo solo) que Jehová es uno de tales Elohim. Posiblemente el jefe de la partida, su director de obra, su líder destacado, o lo que sea; y es porque el mismo Jehová – o Yahvé, que es igual – lo da a entender de manera muy clara en esas mismas Escrituras: “He aquí que yo soy Jehová, dios de toda carne. ¿Habrá algo que sea difícil para mí?” (Jeremías, 32.27). La especificación de “dios de toda carne” creo que es realmente explícita en que era el responsable de los creados en la carne durante su primera andadura… Y por su comportamiento, no siempre ejemplar precisamente, más bien todo lo contrario, se presupone que él era un ser en plena evolución, pero no el mismísimo Dios original en persona.

A mayor abundamiento de esa hipótesis, es que en los escritos dejados a lo largo y ancho del Antiguo Testamento (Salmos, Deuteronomio, Isaías, Jeremías, etc.) siempre y en todo momento hace gala y singularidad de su propia persona: “Jehová, tu dios…”, “Yo soy Jehová, vuestro dios…”; o “Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos y dios de Israel” (Jeremías. 44,11), y en muchos, muchísimos más sitios donde deja bien a las claras que él es una especie de comandante en jefe para el “pueblo escogido” de Israel. Por cierto, “isra” significa viaje, y El es el nombre de Dios.

Así que ustedes mismos… Esto es: un servidor de los frailes no se está inventando nada que no esté así mismo escrito en las páginas de esa misma Biblia… Tan solo me limito a interpretarlo y a colegirlo a la luz del conocimiento, el sentido común y la lógica. Por supuesto, tampoco me empeño en que otros u otras no se empecinen en la literalidad lapidaria de las Escrituras que ellos llaman sagradas. Allá cada cual o cada cuáles. Entiendo que, al ser considerado un libro sagrado, las religiones y sus iglesias adapten y adopten lo que ahí pone a sus particulares y peculiares intereses, pero eso no me coarta ni obliga a que yo no pueda sacar mis propias conclusiones según mi legítima libertad de conciencia.

Creo que fue Erich Von Däniken el que lanzó la idea – aún no refutada, por cierto – de que nosotros, como seres humanos “estamos hechos del polvo de las estrellas”; que somos entes cósmicos, importados de fuera, traídos e implantados aquí, del exterior… Decir que tal afirmación está en consonancia con el relato bíblico del Génesis no supone ningún disparate… Jehová y sus Elohim, visto lo visto, también vinieron de “arriba”, al igual que todos los considerados dioses por todas las civilizaciones “bajaron” a trabajar en, o con, nosotros, y ayudarnos en nuestra evolución.

No es mi propósito contradecir las creencias firmemente asentadas, ni las de la estimada dama que me escribe, ni de nadie… Simplemente deseo establecer el principio de que pueden coexistir, en paz y en diálogo, interpretaciones fuera de dogma. Y todas muy respetables, por cierto. Precisamente, la libertad de pensamiento también es un don divino que se nos implantó, y que está recogido en La Biblia como Libre Albedrío. Y es la capacidad para discernir, pensar y elegir por uno mismo… como Dios manda, precisamente.

Ahora bien, el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu hay libertad” (Romanos, 6:22)… Por ende, no contradigo nada sagrado si alego que allí donde se coarta la libertad se está coartando también el Espíritu… Vamos, digo yo, porque eso mismo dice.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com