ADVERTENCIAS LEGALES

  

Los que nos medicinamos como enfermos crónicos somos auténticos milagros vivos. Si nos leemos las Advertencias y las Precauciones de lo que nos tomamos a diario, advertiremos que esos medicamentos que nos arreglan una cosa, pueden desarreglarnos cien. La Información para el Usuario es una lista cada vez más larga. De hecho, ellos se ahorrarían papel y a nosotros tiempo, si se limitaran a imprimir en el envase: “le advertimos que este medicamento puede perjudicarle la salud de todo, menos de lo que específicamente le cura”. Punto pelota.

                Me informa quien sabe, que estos enormes y largos prospectos, llenos de interminables advertencias y contraindicaciones, es un subterfugio legal para los laboratorios cubrirse las espaldas. Cuando se advierten de los riesgos, se evitan las denuncias. Es la ley. Lo mismo que las etiquetas informativas de los alimentos envasados. Igual que la advertencia en el paquete de tabaco. Nadie puede sacar beneficio de una desgracia sobrevenida, también medicamentosa, si, previamente, ha sido informado de los riesgos… No, mire usted, siento que le haya dado una cagalera de aflojar tripa y mollera, pero ya se advierte en el folleto que puede causar estas cagadas y cuantas están descritas en el vademécum médico, así que… ajete y agua.

                El problema de este paraguas legal, es que el paciente impaciente está amenazado por todo y no está protegido por nada. Que uno se juega la vida cuando el médico le receta algo, porque, o mueres de lo que te quieres curar si no lo tomas, o puedes morir de otras mil cosas probables si lo tomas. Me explico que haya personas que van al médico porque se sienten mal (otras, ni van) pero nunca se toman las medicinas que les mandan. Intentan curarse solo que visitando el santo, por el método Lourdes. Y algunos, hasta lo consiguen…

                Mi sincero consejo es que, con los “posibles efectos adversos” de lo que le mande el galeno, se limpie usted su respetable tras haber desalojado. Ya sabemos que todo puede ser tan verdad como falso, y tan cierto como incierto. Que la cuestión reside en protegerse legalmente desprotegiéndole a usted. Así que, haga como cuando juega a la lotería: no se crea que le va a tocar, y si acaso le tocara, que le sea leve…

                Lo que no han caído en hacer por exactamente la misma razón, es que los médicos, especialistas y cirujanos, nos provean de su lista de “posibles efectos adversos”, o de “advertencia de riesgos” en el uso de sus prestaciones. Se evitarían todas las denuncias que les caen. Cualquier cosa, todo, puede ser posible, así que imprímanse folletos y entréguense a la entrada de las consultas. Luego, bajo su ya estricta y exclusiva responsabilidad, haga lo que estime conveniente u oportuno.

                Leo por ahí que nuestro SMS – por ejemplo – es el servicio de salud al que ninguna compañía aseguradora quiere cubrir sus riesgos, dada la alta incidencia de casos. Tengo un familiar que ha tenido que entrar cuatro veces seguidas al hospital por una mala práctica inicial. O como una prima mía que se bajó corriendo de la camilla cuando el que la iba a operar dijo que no tenía ni idea de lo que tenía que intervenirla. Como más de un amigo a los que han “perdido” los expedientes médicos, o de traslado, o… Enfín, un etcétera algo demasiado largo.

                Así que si el sistema quiere cubrirse y no tiene quién le cubra, entregue un folleto de advertencias junto a un librico de jaculatorias. Y ya está.