ANALFABETOS

  

Os cuento un vídeo-watshaps que corre por las venas de las redes, y que, al no tener desperdicio (está tomado de un programa Espectadores de Tele-5) debería movernos a echar una pensadita, al menos. A tres jóvenes los aborda un entrevistador de calle. Una chica morena, muy mona, tocada de gafas intelectualoides de pasta negra – complemento, sin duda alguna – con otra rubita muy puesta ella, y un especímen de camiseta, pendiente y viseratrás… Cuando se aproxima el del micro, el gorralrevés, le saluda alborozado, dando grasa y recomponiendo su airosa figura:

-Vosotroh, loh que hacen lo de loh vídeo, soi lo mehore…

Pregunta el encuestador al trío, si saben quién fue Adolfo Suárez. Contestaciones:

-Sí, claro… dice el garrulo.

-No me suena nada… suelta una de las pavas.

-A ver… sí (aclara el triunfito) pertenece a eso de la dinastía, ¿no?.. algo de los reyes o algo deso… ¿eh..?. Un rey que dió un golpe destao…

-A mí me gusta el Carlos Alfredo, el de la Bosqui, el morenillo chiquitín… dice la rubita.

-¿Pá qué esesa pregunta?.. asalta la gafotas, ¿Es pá algo de lo de Juego de Tronos, verdá que si..?.. remata la leída.

La lectura final, fundido en negro, resalta demasiado: “Estos chicos votan. Y su voto vale lo mismo que el tuyo. Ahora comprenderás por qué en España pasa lo que pasa y está como está”… The End del mensaje.

                Es fuerte, pero es real, y no me digan que no da para una reflexión, si es que aquí aún queda capacidad para reflexionar… Muchas veces, muchas personas nos asombramos de cómo es posible que en determinados pueblos, sitios o lugares, se vote lo que se vota, o comunidades históricas en que hay lo que hay, o que en los parlamentos se sienten lo que se sienta. Pero quizá es que no caemos en la calidad de la cantidad de votos que van a parar a esas urnas, y que son emitidos por seres como los de la muestra. Y que, efectivamente, tienen el mismo valor que el voto formado, educado, ilustrado… Así son las cosas.

                Cuando se voltearon las campanas en España por el final del analfabetismo, fue un exceso de triunfalismo. El analfabetismo no reside solo en no saber leer o escribir, si no en ignorar los básicos y elementales conocimientos culturales de la sociedad en la que se vive y de la que se vive. Esos tres jóvenes son analfabetos funcionales profundos. En nuestro país hay millones de analfabetos funcionales de diferentes grados. En mis + 20 años de Juez de Paz he conocido cientos de casos de analfabetismo funcional en personas incluso con título. Saben leer, pero no saben lo que leen.

                La incultura es fruto de la nula educación, de un sistema que te enseña de cuentas, de una historia modificada al gusto, y de una capacidad lectora, que no lectiva, y poco más. El informe europeo Pysa lo confirma un año tras otro. Cultura es estudiar más y festejar menos. Cultura es saber en qué país vives, no de qué país vives. Pero, lo peor de todo, es cuando ese analfabetismo influye directamente en la calidad del gobierno y en el pelaje de los políticos que nos gobiernan. Entre otras cosas, claro…