AÑO VIEJO, AÑO NUEVO.

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Entre la Navidad y Los Reyes, en las cristianas fechas del Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de Buena Voluntad, por mucho que busquemos en las sagradas escrituras sagradas reconvertidas por el catolicismo, no encontraremos ningún Versículo, ni Libro, ni Evangelio alguno que nos hable de la Nochevieja, o del Año Nuevo. Se ve que los padres del augusto Niño no estaban para fiestas, después de que la posada no les reservara plaza (estaba completa por el cotillón), tras un parto sin comadrona, y con el buey y el asno como única calefacción. Es lógico que pasaran de celebraciones. Además, qué puñetas de cambio de año iban, precisamente ellos, a celebrar, si estaban en el mismísimo año cero de la E.C…

            Así que por eso mismo, los levantadores de actas, escribas y secretarios de guardar secretos, que de ahí le viene el nombre, no guardaron la efemérides como sacralizada por la religión naciente. Dejad que los hombres la celebren con sus uvas y sus malas uvas, se dijeron los ángeles de la nube y la pancarta. Y pasaron de ello.

            Por eso mismo que la noche más vieja del año sea también, quizá, la más honesta del año. Porque no se utiliza ninguna excusa religiosa para justificar su hedonismo y sus excesos, como se hace con el alumbramiento del Dios más humano que jamás haya existido, a la vez que más pobre y humilde, y de ahí mismo la sangrante incongruencia. Aquí ya no hace falta travestirse con ningún sagrado ropaje. La juerga llama a la juerga y la cogorza a la cogorza, solo porque sí. Y el que quiera que se apunte y el que no, que se meta en el sobre a dormir. Sin más historias sagradas ni catequesis alguna. Las cosas son como son y no suplantan ni corrompen a ninguna fe ni dogma alguno. Y punto.

            En aquestas ordalías, ñoras y ñores, desde la tripera que nos metemos, las botellas que trasegamos y los regalos con que nos homenajeamos, todo obedece al paroxismo del consumismo, al que nos entregamos gozosos y enajenados. Aleluya al Corte Inglés y hosanna a Ámazon. No hay más dios que el pedid y nos daremos, y la tarjeta de crédito que es su profeta.

            Ahí también, por cierto, somos inconsecuentes como delincuentes. Todos abogamos, o así lo confesamos y proclamamos, por un comercio justo, por sueldos justos, por derechos laborales justos, por una economía justa, por una justicia justa… Ya, sí, vale, pero condenamos y abandonamos a su suerte a nuestras tiendas que se esfuerzan en ser justas (suelen serlo, pues son débiles ante Hacienda) y nos echamos en brazos de cómodo Amazon, entre otros amazon´s, que, al revés de lo que queremos para nosotros, son empresas de la llamada “economía de plataforma”, que están diseñadas por una incomprensible ingeniería fiscal con que pagar unos impuestos absolutamente ridículos para sus monstruosos ingresos, unos sueldos miserables a sus trabajadores, y en unas condiciones ínfimas e irrisorias, descritas como “taylorismo digital”. Una sociedad nada justa, a la que nosotros ayudamos a seguir siéndolo con fruición, mientras reivindicamos todo lo contrario. Muy lógico todo, diga usted que sí…

            Pero tanto lo social como lo religioso son solo trajes que nos ponemos y quitamos para disfrazarnos de lo que en cada momento convenga. Y lo que decimos y lo que hacemos están tan disparatadamente separados que ni el pegamento de la apariencia puede unirlo en la absurda misma cosa. Así que nada, seamos felices en la despedida del año, e intentemos serlo en la bienvenida, aun arrastrando la resaca de la tardevieja. Y que la incongruencia no nos impida, al menos, estar satisfechos de nosotros mismos. Otra cosa es con nosotros mismos.. Que nos aproveche a todos, hermanísimos…

El próx. Viernes, 11/01, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, RECORDEMOS LA HISTORIA, (o tendremos que repetirla). No puedes permitirte perdértelo.