ANTIPOLÍTICOS

  

Hemos de reconocer que la política ha degenerado tanto en su concepto como en su contexto. Padecemos de una pléyade de políticos nefastos y nefandos, tanto nacionales como europeos… no digamos los recién paridos en allende el océano. Todos dan la medida de la degradación que nos azota. En realidad, al igual que la figura del anticristo se hace patente en el apocalipsis final del cristianismo, en el ocaso político bien entendido, también sobreviene la figura del antipolítico, en el apocalipsis de los políticos.

                Cuando la intolerancia, la rigidez, el fanatismo y el analfabetismo político es lo que aparece en los líderes que votamos, en lugar de la flexibilidad, el diálogo y la tolerancia, que es la auténtica y verdadera savia de la política, es porque algo, y no bueno precisamente, se está moviendo en las bases de una sociedad que prefiere a un fundamentalista antes que a un negociador. Porque nosotros seremos las víctimas de su política, aparte de que ellos son el resultado de nuestros votos, no lo olvidemos…

                Y tenemos una camada de antipolíticos, fanáticos del puntopelota, cuya muestra más emergente son, por ejemplo, nuestro “noesno” de Sánchez, el Bréxit ist Bréxit de Farage y Theresa May, el “nunca es nunca, nunca…” de Antonio Baños y su Cup, el “never is never” de Picardo, el mono gibraltareño, el “referéndum o referéndum” del descerebrado Puigdemont, por no contar a los presidentes de Hungría, Polonia, Albania, Turquía, EE.UU...

                Lo que decía Churchill de que, cuando un político dice no, quería decir “no, pero…”, para llegar al “…pero puede que sí”, actualmente es una entelequia. El arte de la política de don Winston es hoy el desastre de la antipolítica. Son líderes elegidos para destruír, no para construir nada, y me remito a todos y cada uno de los ejemplos expuestos, y a muchos otros que van saliendo como setas venenosas en el terreno político de naciones, pueblos o provincias, y que están siendo abonados con nuestras urnadas.

                Son gentes obtusas, de mentes cerradas, noesnoístas porque sí, de la peor derecha como de la peor izquierda, dispuestas a cargarse la historia, a falsearla, a retorcerla y reescribirla en base a la peor ignorancia, como largar a Colón a la inexistencia de la memoria por uno de sus acomplejados ultras, al más puro estilo de Polit Buró… Si examinamos todo esto con detenimiento y sosiego, veremos que son todos personajes oscuros, siniestros, sacados de un modelo arcaico y arcaizante. Todos son populistas, sean del populismo de izquierdas o del populismo de derechas…

                Pero no son ellos los culpables de sí mismos, si no los que los han puesto donde están, y han dejado en sus manos un poder que no saben utilizar… o, a lo peor, sí saben usarlo para lo que quieren y persiguen. Nuestra responsabilidad está en evitarlo. Si es que nos interesa evitarlo, claro… Es que, naturalmente, lo que no podemos hacer es depositar la papeleta y luego inhibirnos de nuestra cagada en las urnas. Bueno, poder podemos, pero no debemos.