ARRIBASPAÑA
- Por miguel-galindo
- El 25/04/2017
Alguien, en un programa reciente de televisión, se refirió al Valle de los Caídos como “esa cruz hortera de Cuelgamuros…”, y se lió una polvareda de la leche durante unos cuantos días. Por un lado, la nouveau gauche, que ni sabe por qué pide el cierre del mausoleo, ni tampoco es que le importe mucho saberlo, y por otro, los herederos de aquella parte facha de nuestra historia, la de los ganadores, aliados con los ignorantes de la costumbre, que son legión. En definitiva, la inmensa mayoría…
Pero lo cierto es que ese valle y esa cruz son un insulto, puesto que se alzan por encima de cualquier reconciliación posible. Y es una cruz más gamada que cristiana, la que está fundida, fundada, erigida y bendecida de brazos en altos y sentimientos fascistas. Es un panteón pretencioso, faraónico y egomaníaco que se alzó por quien se impuso por las armas y no por la razón, en su propio loor y para su propia gloria. Es pues, la historia triste de nuestra propia historia. Ese valle supone lo más sagrado de la derecha vencedora y lo más sangrante de la izquierda vencida. Y eso, como poco, significa la tragedia colectiva para todos los españoles de una guerra fratricida… Salvo, claro, que no hayamos aprendido en esos 80 años.
El día en que los restos de José Antonio, sacrificado por el propio dictador, y los de Franco, su sacrificador, sean devueltos a sus deudos y familias para que los honren como a cualesquiera otros muertos, este país podrá empezar a reconciliarse consigo mismo, sin que una facción de facto se imponga sobre otra usando el escarnio y el desprecio de su razón única: haber ganado una guerra civil.
Se achaca al socialismo que, cuando gozaron de mayorías suficientes, tampoco tuvieron agallas para hacerlo. Y no llevan razón los que lo critican, no señor… por el sencillo motivo de que media España aún no ha perdonado a la otra media, aunque una mitad tenga la sensatez de usar la prudencia ante la otra mitad que aún se luce con orgullo y hace mofa y alarde de tal prerrogativa de ganadores sobre perdedores a través de ese símbolo. Mientras unos abusan de lo que no tienen, los otros deben utilizar lo que aún les queda…
¿Qué no es así?.. La última muestra la han tenido en esta última Semana Santa, donde la… (pónganle calificativo) de Mª Dolores de Cospedal ha vuelto a ordenar que en los cuarteles ondee la bandera a media asta durante tal periodo. Una ministra de defensa de un gobierno que rige un país aconfesional según su Constitución, y que vuelve a confundir churras con merinas y a santificar imágenes y cañones por igual. Que mezcla impúdica y groseramente lo militar con lo religioso, y que se queda tan fresca bajo su majeo de presidir procesiones. Y la Iglesia, por otro lado, tan oronda, tan dispuesta, y, naturalmente también, tan cómplice.
Es el mejor y más reciente ejemplo de lo que quiero decir, si es que aún se puede decir. Esta gente que nos gobierna se consideran guardianes de una santa cruzada, y no distinguen lo que no quieren distinguir, y usan y abusan de su fanatismo imponiendo su personal credo en las instituciones que están bajo su ordeno y mando. Puro fundamentalismo, y a las pruebas me remito. Todo el PP amantillado bajo su palio, y ninguno, ninguno, pero es que ninguno, ha sido capaz de decirle a la nena… “pero, hija, qué burra eres…”.