AVE, CÉSAR...

Alea jacta est. El asalto al poder de Pedro Sánchez, por fin, ha sido coronado por el éxito. Consumatus est. Su ansiada y ambicionada meta ha sido conquistada por su el-que-la-sigue-la-mata. Pero no le arriendo las ganancias. Gobernar con solo 84 escaños no es una bicoca, y menos, mucho menos, en la situación en que recoge (mejor dicho, arrebata) el testigo, al anterior calientatronos moncloíta. Yo creo que es la primera vez en la historia de la democracia española, no solo que triunfa una moción de censura, si no que se hace con tan poco equipaje como para poder ejercer un gobierno con las mínimas garantías. Naturalmente, esto tiene un poco de ir a la desesperada, pues el nuevo César sabe que, de no haber sido así, por un golpe de estado interno, los idus de la urna no pintaban mínimamente propicios. De hecho, jamás le han sido. Es más, se ha sentado en el solio presidencial un candidato que ha llevado a su partido a las cotas más bajas de su historia en elecciones generales… Pero sí, ahí está…

            Para lograrlo ha hecho un poco como Bruto. Cuando había conseguido, con sus artes cambiantes de la que es maestro consumado, la confianza del César, que le puso incluso como modelo de lealtad ante el senatum pópulis, le asestó la puñalada mortal junto a los lógicos conspiradores de siempre. La cuestión ahora está en el precio que habrá tenido que pagar Brutus para navajear a Caesar, pero eso ya lo iremos adivinando según oigamos pifiar a sus socios. Socios, ya retratados los unos – populistas y catalanes – y otros que se acaban de retratar, como los del PNV, que apenas terminaban de jurar bandera a Rajoy  días antes con los Presupuestos. Todos ellos, gentes tan de fiar como el propio nuevo César. Ninguno podrá decir del otro que no se conocen bien entre ellos. Eso, al menos, no es malo, pues aquí, el creer que los demás son de su condición, es acertar. Lo malo sería, si acaso, el precio del peaje que haya pactado Sánchez con tal ralea de tribunos…

            Que aquí, hasta el César Rajoy ha sido desleal para con el pueblo de Hispania, pues en lugar de presentar la dimisión y convocar a elecciones, que hubiera salvado al país de los depredadores, ha preferido jorobarlo entregándolo a los bárbaros. Que Roma muera conmigo antes que yo muera por Roma, es lo que ha preferido Rajoy en su mezquindad final, abandonándola a la suerte de las ratas. Extraña manera de amar a Roma. Y es que, el final de la Historia es que Roma sí que paga a traidores…

            De momento tenemos a esos traidores vascones, que puede que en el Senado les salga el tiro por la culata,  puesto que la mayoría allí son del César víctima de su certera puñalada espaldera, y se vengarán votando contra sus propios Presupuestos para que la bolsa no vaya a sus sucias faltriqueras. A los palaciegos podemitas pidiendo tocar cetro. Y a los levantiscos catalanes con su ¡ hail Torra ¡ a la cabeza exigiendo el pago de sus siempre siniestros y podridos servicios.

            Y si aún con todas estas sospechas, y con su escueta minoría de 84, este Petrus sacara al país del atolladero, solucionase el problema catalán, el de la reforma constitucional, y balanceara la economía, sin tener que entregarse a las eternas caparras del estado – los nacionalistas – y sin compartir cuadriga con los destructores podemitas, yo sería el primero de todos que me quitaría el chapeau, le rendiría honores de gran estadista, e hincaría rodilla en tierra reconociendo mis errores y malos barruntos. Ojalá y así fuera que no deseo yo otra cosa, pero no creo, no creo…

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PRÓXIMO VIERNES, 8 DE JUNIO, 10,30 hh. En 187,7 FM: Programa de Radio EL MIRADOR.- Título: PATRIAS… (no es mi deseo herir susceptibilidades)