BANDERAS

 

Estuvimos a punto de liarla parda en la Copa del Rey por la ineptitud miope de un gobierno autonómico con respecto a lo de la estelada, o lo que eso sea. Al final, un juez corrigió tamaño desatino, y no se metió toda la pata entera, y cada cual pudo envolver su propio cretinismo con el trapo de colores que satisfacía a su diminuto ego. No hay más problemas que ese si no salta la violencia del propio cretino. Y no fue así, afortunadamente… De hecho, había más senyeras que esteladas entre los seguidores, más catalanes que barcelonistas, por ponerle un nombre al estúpido independentismo que ni sabe cual es su bandera, ni cual es su sitio… Que, desde luego, no es el deporte.

                Porque esa es otra. La enseña catalana, la senyera, la barrada, viene de su propio origen, la corona de Aragón. Vale. Pero la otra viene de un catalán que hizo la guerra de Cuba como español, se quedó por allí, y luego, al lado del medio gallego Castro, le diseñó la bandera cubana con su famosa estrella (estelada) en cuña a la izquierda, y todo eso… Justo como la que luce la estelada de los collons… Pero, bueno, eso, que también es otra historia, estoy seguro que a la inmensa mayoría de dirigidos mentales ni lo saben ni les importa. En alguna bandera hay que envolver los exígüos cerebros, así que, tampoco es para tener que pensar mucho…

                Y es que, si lo analizamos bien analizado, lo único que representan las banderas, todas las banderas, es la idea de algo cerrado, cercado, acotado, emparedado por muros o fronteras. Son espacios más anchos o más estrechos, más grandes o más pequeños, más generosos o más escasos, pero todos, absolutamente todos, son limitados. La verdad es que una bandera es un símbolo de limitación, piénsenlo bien… Una bandera llega hasta donde se disputa su espacio con otra que hace lo mismo. También hay banderas que medran su pequeño lugar dentro de otras banderas de mayor espacio, y que representan partes de esas otra bandera. Y así, en el colmo de la intrascendencia, existen banderas de corporaciones, de clubes, de asociaciones, o de cualquier otra división y/o subdivisión de cualquier sociedad.

                Sin embargo, certeramente dirigidas, utilizadas y manipuladas, las banderas levantan pasiones, y entonces éstas se convierten en banderías. Es lo que se porta como un relicario en los estadios de fútbol, por ejemplo. Banderías. Solo banderías… no banderas.

                Lo realmente falso de todo esto, es que, se dice y se afirma, que una bandera es un símbolo, mientras se desmonta esa verdad para montar todo lo contrario, porque, lo cierto es que un símbolo no se fabrica y se manufactura para usarlo para ningún fin determinado, si no que un símbolo se hace a sí mismo. Y, desde luego, no es el caso que nos ocupa. Ni mucho menos…

                Por eso una bandera es inócua en sí misma. Solo es peligroso el burro fanático que la agita. Y el fanático es fanático, con o sin bandera. Como el burro es burro con o sin ella. Tanto los que las levantan como los que las prohíben…