BURKINISMO

  

Lo de los burkinis de este verano recién pasado ha sido una passssada. Todos sabemos el sainete. El municipio galo de Niza prohíbe el uso de tales prendas en sus playas, se arma la marimorena a favor y/o en contra de su uso o de tal medida, hasta que el mismo parlamento francés tuvo que desautorizar la iniciativa que provocó el guirigay. Feministas, liberales, políticos, intelectuales, modistos, higienistas, arabistas y arribistas, y comentaristas todos, a la greña en un todos contra todos…

                Pero lo cierto y verdad es que tal medida, lo que hizo fue destapar los truenos de una caja de Pandora que encierra una situación muy compleja, bañada, encima, en el temor, la rabia e impotencia que provoca la amenaza islamista radical en occidente. Una mezcla explosiva, y perdónenme el símil.

                Sin embargo, si analizamos serenamente la cuestión, lo que se desprende de tal follón son un par de cosas aparentemente opuestas, al menos. Una – la que ganó el pulso, de momento – es la defensa de las libertades personales. Y Francia es un adalid histórico en ello, precisamente. La otra, la que alega combatir la obligatoriedad a la que se ven sujetas tales mujeres para vestir ese tipo de burka playero. El mismo derecho a la libertad choca entre sí mismo desde dos orillas opuestas… Pero esto, amigos míos, no es posible resolverlo sin el concurso sincero y directo de las propias usuarias, no nos cansemos. Solo ellas pueden decir cuando es una opción libre y cuando se ven obligadas a vestirlo, o incluso a decir que es una libre opción sin serlo.

                Y no se puede imponer una ley que defienda una cosa y la contraria por muy diferentes que sean los motivos. Elijamos entonces el camino menos malo, ya que no hay ninguno bueno, al parecer… Aunque, en estos casos, se viene abriendo últimamente como una especie de tercera vía: puesto que ellos prohíben en sus países a nuestras mujeres el uso del bikini, prohibamos en los nuestros a las suyas el del burkini… si ellos prohíben las iglesias en sus países, prohibamos las mezquitas en los nuestros… y así. Pero eso, no es ni más ni menos, que la ley de Talion, el ojo por ojo y diente por diente, una especie de venganza… Y esto, al final, nos lleva a rebajarnos a su misma altura al actuar como ellos. Y al final nos convertimos en lo que criticamos… Y creo que hay que marcar diferencias.

                Detrás de todo esto, los que se benefician de ello son los que fabrican y comercializan tales prendas. Y tan solo aplican la ley de la oferta y la demanda, al fin y al cabo. Precisamente, aquí, en España, en Cantabria concretamente, reside una industria que diseña, fabrica y vende burkinis en todo el mundo. Pura moda española en esta cuestión, que producimos y exportamos de la mano de una marroquí y una española. Haremlak, se llama la empresa… Y su nombre, ¡toma ya!, con claras connotaciones machistas. Su nombre proviene de harem, y significa “lugar donde charlan las mujeres del mismo”… Por cierto, aún no he oído ni leído a ninguna organización feminista opinar a tales respectos con todos mis respetos…

                Así que añadamos a la libertad y al fanatismo el interés económico. Y lo que salga de este menage a trois, van ustedes y me lo bautizan.