BUSCAR... ¿QUÉ?.
- Por miguel-galindo
- El 17/01/2019
Uno de mis asiduos, de esos que osan leerme, y, de vez en cuando, me envía algún “Emilio”, y se molesta en dedicarme unas escuetas, pero por mí agradecidas, líneas, me piropea en la última aportación, soltándome - que Dios lo bendiga y me lo cuide muchos años – que yo soy una especie de “buscador de la verdad”. Que todos los temas que toco, aun siendo bastantes y variados, llevan la impronta de la búsqueda, tanto para los que escribo, a modo de invitación, como para mí mismo, a modo de disciplina… Así que buscador, puede que sí, de la verdad tan solo se intenta…
Pero que me siento halagado, óiganme. De verdad. Y eso, a pesar de que yo lo considero una especie de maldición, fíjense… El buscar la verdad, si es que la verdad como tal existe, es un camino tortuoso, lleno de espinas y nada placentero, créanlo. Y muy mal entendido y comprendido. Primero, porque las búsquedas siempre se hacen en solitario, y nunca goza uno de compañía. Cada cual ha de buscar por su lado, en la soledad de sí mismo. Y segundo, porque las trampas, batacazos, zancadillas y descalificaciones abundan por esas rozas de Dios y del diablo, y la verdad es esquiva en su propia naturaleza, y anda revestida de falsedad, normalmente.
Además, mi querida amiga (porque es asidua, perdóneme el feminismo el genérico del principio), he de decirte que, de los dos conceptos: “buscador” y “verdad”, el primero de ellos no tiene mayor mérito, pues todos somos buscadores de algo. Todos, absolutamente todos, andamos buscando no sé qué, no sé dónde y no sé cómo, o sea, andamos perpetuamente envueltos en una búsqueda continua. Lo que pasa es que ni siquiera nos damos cuenta, lo hacemos casi que subconscientemente. Cuando leemos, escribimos, nos relacionamos, o solo pensamos, estamos buscando respuestas a asuntos relativos o absolutos, profundos o superficiales, pero siempre rondándolos.
Y el segundo de ellos, el de la “verdad”, ese sí que es más peliagudo, amiga mía, porque la verdad absoluta es tan inasequible e inaprehensible que prácticamente solo existe fuera de su propio concepto. Lo que sí existe es un inmenso puzzle de pequeñas teselas, de innumerables verdades relativas, que se disfrazan de folklore, tradición, etc. y se rebozan de mentiras. Todas por separado son falsas, y solo juntas en el todo correcto suelen ser auténticas y ciertas. El problema de las personas es que nos fijamos más en el traje con que se visten por fuera que en su valor verdadero que guardan dentro, en su intimidad y desnudez, y normalmente sacamos conclusiones equivocadas. Porque nos resulta acogedora la caverna del error, y es fácil anidar en ella, y adormilarse en las falsas nanas. Y eso es, precisamente, porque los seres humanos, al revés que las verdades, somos un ente falso cuando nos convertimos en gente, y somos más verdaderos y auténticos cuando nos comportamos como personas.
Pero el concepto de “buscador de la verdad” es bonito. Me gusta, aunque sé que no es del todo cierto. Resulta misterioso, romántico y atrayente, y a lo mejor mi asidua ha querido echarme un requiebro, más que ajustarse a una definición un tanto nebulosa y arriesgada, que me viene grande. Sin embargo, se lo agradezco en lo que vale más que en lo que describe, pues prefiero que mis torpes escritos transmitan la sensación de búsqueda antes que de puro entretenimiento, sin querer quitarle valor a esto último, por supuesto…
Lo que quiero decir, para terminar, es que no dejemos de buscar nunca, porque algo encontraremos. Aquel nazareno que nos aseguró que el que busca siempre encuentra llevaba en sus palabras la razón de la sabiduría… Y una cosa más: el espíritu es curioso e inquieto, pero la mente es ociosa y comodona. El primero genera verdaderas dudas y la segunda genera falsas certezas. Que mis lectores sepan diferenciarlo, y acierten el camino a seguir…
El próx. Viernes, 18/01, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, LAS PALABRAS.- Lo que no nos damos cuenta, pero está ocurriendo.