CAER DEL BURRO

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San Pablo encierra muchas lecciones. Lo de la caída del caballo, y el milagro de la conversión de ser perseguidor de cristianos a ser defensor de los mismos está tan cogido por los pelos que solo es creíble por los que lo consideran dogma. Pero enseña mucho. En realidad, el coscorrón – si es que lo hubo – le hizo ver que si reinventaba el cristianismo que atacaba, y lo vendía como un nuevo producto, le iba a sacar más producto. Y se montó un nuevo cristianismo, del que se hizo a sí mismo centro y mentor. Si lo actualizamos, es como si un empresario de hoy tiene un accidente de tráfico (de la época, claro) y, cuando vuelve en sí, lo que llevaba dándole vueltas a la cabeza cuando tuvo el golpe y el porrazo, le viene con la solución de ídem e ídem: dejará de fabricar y vender tiendas de campaña, se hará apóstol de una nueva religión, y se meterá a predicador, que le trae más cuenta…

 

            Nuestros políticos se caen constantemente del caballo, y se ponen a hacer y decir lo contrario a lo que estaban haciendo y diciendo, como San Pablo, y lo ven tan normal y corriente, no se ponen a venderlo como un milagro porque se les ha aparecido el profeta… Pedro Sánchez, por ejemplo, pasa de atacar a Pablo Iglesias a abrazarse con él en una nueva religión “progresista”, dicen… Esta pareja, es muy curioso, no solo se llaman igual, Pedro y Pablo, que los malavenidos apóstoles, si no que comparten una Historia Sagrada con ciertos paralelismos. Los Pedro y Pablo aquellos, en realidad eran enemigos acérrimos, no se podían ver ni en pintura, y se odiaban mutuamente. En realidad es que defendían cristianismos diferentes, iglesias distintas. De ambos, al final venció Pablo sobre Pedro, y el primero asumió el cristianismo del segundo asimilándolo al suyo, y haciéndolo desaparecer como el de los otros, Pedro, Santiago, etc… Aquí puede ocurrir lo mismo, pero sin saber aún cual fagocitará a cual. Así hizo Franco con José Antonio, digiriendo y dirigiendo un falangismo que no era tal…

 

            Porque fue así mismo. Dos fascismos distintos haciéndose la competencia. Dos líderes que no se tragaban el uno al otro. Un Movimiento y una Falange más enemigas que amigas. Y, al final, el uno se manducó a la otra gracias a los romanos… perdón, a los republicanos, que se cargaron a uno con la colaboración y beneplácito del otro. Igual que los romanos, esta vez sí, se cargaron a San Pedro ante la aliviada indiferencia de San Pablo. Después, como suele pasar en todas estas cosas y en todos estos casos, al muerto se le convierte en mártir y se aplica su martirio a la propia causa… Como verán, son estrategias viejas, y lo del Pedro y Pablo neotestamentarios, son caídas de caballo que se repiten a lo largo y ancho de la historia.

 

            Lo de Albert Rivera fue también una caída de caballo… pero a destiempo. Cayó mal, en una mala caída. Yo creo que este muchacho, en realidad, no es que se cayó, si no que se tiró del caballo al trote, que no es lo mismo tirarse que caerse. Y es que no tuvo la paciencia de San Pablo, de esperar el momento oportuno, ni la inteligencia tampoco. Quiso fundar una nueva derecha de otra derecha, y en lugar de matar a la otra antes de comérsela, y unir su cascarón a su pendón, obró justo al revés, se unió a él antes de trajinárselo, y lo que consiguió fue lo opuesto, al otro lo resucitó y él se convirtió en mártir de sí mismo… Estos zagales de ahora no saben convertirse en apóstoles. Mucho menos en profetas…

 

            Pero, si meditan seriamente, todas las personas, como seres humanos que somos, hemos tenido nuestras caídas de caballo, más o menos públicas o privadas. Unas han sido desde alazanes, la mayoría de potros desbocados, algún penco que otro, y muchas, muchísimas de burros baturros. Pero nos hemos caído de mucho animal de pezuña. A pocos se les ha aparecido ningún mesías, salvo los inventados, algunos han sacado partido de haber caído en lo que antes no había caído, y bastantes no hemos sacado más que chichones y magulladuras… Yo mismo, que me he caído de más de un caballo a lo largo de mi vida, nunca he podido asumir nada, y siempre he sido asumido. Justo al revés que San Pablo. Salvo la experiencia, que es una moneda con la que no se puede comprar nada porque está desvalorizada, mis caídas de mi asno han sido vanas, aunque otros sí que han sabido sacar buen partido de ellas…

 

            El que el apóstol de los gentiles fuera más gentil que apóstol es la cosa más natural del mundo. Él cayó en la cuenta, no del caballo, que eso es un decir, una metáfora muy bien traída y mejor llevada… Si caes en la cuenta, te trae cuenta, como bien queda demostrado. Y si caes del caballo antes de que te des cuenta, bien quedas descalabrado. Es un hecho bien derecho, no me digan que no…

           

 

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