CARETAS Y CAROTAS

Así fue el día 1 de la nueva normalidad | Sociedad | EL PAÍS

El otro día, la prestigiosa investigadora Margarita Salas, dijo en televisión que estábamos en número de infectados al mismo nivel que cuando se decretó el cerrojazo, solo que los focos de repuntes están mejor controlados que entonces. Y esta eminente epidemióloga, científica de primer nivel, sabe lo que se dice. Ayer entrenamos pandemia y medidas, y se tuvo que hacer, mejor o peor, lo que se tuvo que hacer... Pero hoy nos pilla en nueva normalidad (permítanme que me desmarque del retruécano políticamente correcto) recién salidos del toril, y con ganas de saltarnos a la torera toda norma y toda prudencia, y ya no se repite el freno del miedo de la gente que, desde las gentes, los medios y las instituciones, acusaba y plantaba cara a cuánto genífaro venía aquí a contagiarnos (sic).

Ahora, por el contrario, estamos deseando que salgan disparados de la misa para que llenen nuestros pedigüeños platillos alzados en demanda de óbolo. No existe interés más desinteresado que morrear tras haber estufeado. Además, se ha decretado que ancha es Castilla, y el virus ha de salir a toda pastilla. Como nosotros a toda comunidad autónoma que disponga de casas rurales. Y nos lo creemos como los buenos ciegos idiotas que somos. Así que atiborramos las playas, los bares y las plazas, los jóvenes botellean cuanto pueden, y fiestean y amiguean como si el mundo fuera a acabarse de un momento a otro. Relajamos las medidas de seguridad, nos besamos y abrazamos, dejamos de guardar distancias y discrepancias y ni nos ponemos las mascarillas de Illa...

Y, claro, naturalmente, empiezan a saltar rebrotes por todas partes, como los hongos en invierno. España está plagada de rebrotes por todo el mapa. Unos leves, otros preocupantes, en Madrid, Cataluña, País Vasco, Galicia, Valencia, Extremadura, etc., etc., etc...Aquí, en nuestra bendita región - Murcia, qué hermosa eres - a un par que había se la ha sumado un tercero que dicen que proviene de un caso importado de Bolivia. Yo digo que, con el Aeropuerto de Corvera y las fronteras interegionales cerradas, ¿de dónde ha aparecido el bolivariano covidiano?.. ¡Menudo control el que llevamos!.. Pues imagínenselo ahora donde reina el descontrol de la nueva normalidad.

Porque, en virtud de la lógica, estos tres meses deberían haber servido para que los ciudadanos tomáramos conciencia de lo que vale un peine, habernos educado en la coexistencia con el virus, haber creado una cultura de responsabilidad personal y social en el tratamiento y en el comportamiento, puesto que ningún Estado puede ya permitirse el lujo de volver a confinar a toda la población... Pero no ha sido así. Todo lo que se decía, cantaba y aplaudía desde los heróicos balcones, eran embustes...

Nuestro comportamiento cívico es de una irresponsabilidad espantosa. Hemos tirado por la borda toda la prudencia de la que presumíamos, tan pronto nos han dado suelta. Los jóvenes, peor que los mayores, y los padres, dando el peor ejemplo a unos hijos con los que han convivido de forma tan modélica y que ahora les mienten mostrando un comportamiento opuesto y contrario a lo que se debería. El amigueteo de comuna es ya un contínuum en el espacio-tiempo, y lo de atrás ha quedado en pura pose de aplauso balconil-borreguil. Todo falso... Y lo que es peor, nos tapamos los ojos, los oídos y las bocas, como aquellos "monos sabios", a la realidad de unos rebrotes que crecen al ritmo de las moscas en la siesta...

Desde la administración, que no hacen nada tampoco por vigilar este desmadre, se limitan a amenazar tibiamente con que nuestro malcomportamiento estúpido nos devolverá a confinamiento. Pero yo me temo que a los únicos que echarán de nuevo al agujero punitivo va a ser a los mayores, que somos los que costamos al sistema y no producimos. Es posible que también nos lo merezcamos por participar en el aquelarre, no sé... al fín y al cabo se nos descuelga la mascarilla de la nariz y nada hacemos por corregirlo, y llevamos las de tela, que no sirven para nada (eso aseguran) quizá porque las otras que valen no las facilita el seguro y cuestan una pasta por el quitaypónn a restar de la pensión...

...Y es posible que nos vuelvan a encerrar, y que seamos los que paguemos el pato de la orgía de la ciudadanía, este verano, como pueden comprobar, en plena ordalía... Seremos las víctimas propiciatorias a las que hay que preservar en nuestras doradas jaulas, mientras el resto de ciudadanos romanos se lo pasan por debajo del arco del triunfo, y nos sueltan el alpiste a través de los barrotes... Eso sí, a distancia preventiva y con la careta en la carota puesta...

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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