CASOS VERGONZOSOS

 

El otro día leí en un periódico de por aquí el caso de una mujer que se quejaba, y con mucha razón, de algo que merece que se le dé cancha pública, por lo que supone… Se trata de un procedimiento, torcido y equivocado, sin ningún género de dudas, en el que incurren los medios de comunicación, sobre todo los visuales, y que debiera ser corregido. Si es un error, las autoridades deben de poner órden en esto, y si no lo es, entonces son esas autoridades las que deben hacérselo mirar, pues algo está fallando estrepitosamente.

Esta señora, resulta que vive enfrente mismo de una casa llena de okupas - diez o doce elementos violentos que hacen imposible la vida a los vecinos – y de lo que nadie responsable se dá por aludido, por muchas denuncias que se reciban de los afectados, hasta que ocurra algo irremediable (es la práctica de escaqueo habitual de las autoridades) o hasta que algún medio aparezca por allí y ponga en pantalla lo que está ocurriendo y el riesgo que está aflorando.. Aquí los que han de cumplir su cometido se mueven más por lo segundo: el jaleo público, que por lo primero: las denuncias formales, que se amontonan hasta que se salen de la papelera y el servicio de limpieza los barra a la basura.

Bien… pues resulta que esta ama de casa, tras soportar con sus convecinos todo lo insoportable: peleas, escándalos, suciedad, amenazas, destrozos, etc., y tras comparecer en comités, reuniones y comisiones para que algunos álguienes hicieran puñetero caso, un día, ve por la ventana que llegan los de la tele, equipados con sus cámaras, micrófonos y aparejos, a dar cuenta de lo que allí está pasando… así que, colgando el delantal, se apresuró a salir a la calle a, entre curiosos y afectados, dar puñetera fé de los sucedidos, con todo género de detalles y el “nohayderecho” como obligado colofón y estandarte de los que están hartos (es el “amén” ciudadano). No sabía si valdría para algo, pero, al menos, le serviría de desahogo…

Lo malo fue cuando, al par de días, la buena mujer se vió en la tele soltando toda su perorata a cara descubierta, mientras que, en el programa, a los okupas los sacaban de espaldas o con la cara velada… De tal modo que a los delincuentes se les protege su identidad, pero a los ciudadanos indignados que dan testimonio de la injusticia, por el contrario, no. Ella decía que al quinqui lo sacaban “de todo el cuerpo, pero sin la cabeza, y a ella se la veía de los pies a la cabeza”… y confesaba no salir de casa desde entonces de puro miedo. Que no se atrevía a poner los pies en la calle ni para tirar la basura, ya que los facinerosos ahora la conocían, y le habían puesto cara, y temía que la tomaran con ella, “que hasta navajas tienen que utilizan como venganza… nos tienen atemorizados”, concluye.

Lo cierto y verdad es que algo falla en el sistema, y es importante, porque no se puede pedir la colaboración de los ciudadanos, para luego no atender a sus demandas y encima dejarlos desprotegidos. Resulta lógico entonces (aunque no deba serlo) que el personal se inhiba y pase olímpicamente de estos jaleos: por la simple razón que siempre se aduce de que tienen menos derechos que el propio delincuente… Al final va a ser que la gente lleva razón cuando se utiliza esta excusa para evadir su responsabilidad ciudadana ante los hechos que atentan contra esa, su propia seguridad igual de ciudadana… Cuando nuestras autoridades más próximas se amparan en la excusa de que “las leyes están como están y ellos tienen las manos atadas”, lo que expresan es su incapacidad, si no su incompetencia, para actuar. Y lo más honorable en tales casos es dimitir. Lo más honrado es no cobrar por el trabajo que no se hace.

Lo del problema okupa que es el motivo del presente, demuestra esa incompetencia que sobrepasa esa incapacidad, y es el ejemplo más gráfico de la injusticia de ciertas leyes… Yo también veo en mis paseos por mi pueblo viviendas “okupadas”. Cada vez más, por desgracia (es una muestra palpable de decadencia). Y opto según mi propia conciencia – por equivocada que pueda estar – pero es mi único lenitivo personal más a mano que tengo, ya que no el consuelo de unas leyes que los responsables rehúsan ejecutar. Entonces, si veo que es una unidad familiar con niños pequeños, miro para otro lado, y si es una tribu urbana de bárbaros, procuro comunicarlo, aunque sé que sirve de bien poco… Hasta en eso existe la injusticia.

Pero no puedo evitar mirar atrás y pensar que hubo una época en que alcalde y ediles procuraban facilitar techo a los que no lo tenían, y de actuar contra los que lo usurpaban por la fuerza y la amedrentación. Y que miraban por la pujanza de sus vecinos, y se preocupaban porque vivieran en órden y de forma civilizada, y no por la seguridad de la nómina en sus propios bolsillos de políticos locales… Ya, ya sé la respuesta automática: “las leyes no son lo que eran”, “el mundo es otro”, “la sociedad es distinta”… “Yo estoy aquí para no hacer esto y cobrar por ello”, falta por decir… Pero no se dice que esas leyes, ese mundo y esa sociedad la hemos hecho todos nosotros, y podemos, y debemos, cambiarla también. Entonces es cuándo sale aquello de…” sí, claro, pero a mí no me corresponde, eso son los políticos de arriba”.. Y tampoco pensamos que los de abajo somos paniaguados, barrigallenas y correveydiles de los de arriba que nos pagan del bolsillo de esos ciudadanos a los que ninguneamos nuestro servicio. Claro que no.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com