CHAPEAU
- Por miguel-galindo
- El 05/07/2018
El otro día leí una entrevista que le hacía un prestigioso periódico nacional a José Ricardo de Prada, magistrado de la Audiencia Nacional, que fue uno de los que tuvo que dictar sentencia el pasado 24 de mayo, y que provocó el maremoto que causó la ola que se llevó por delante al gobierno anterior con la impensada e impensable moción de censura. “Mientras juzgaba Gürtel sufrí más ataques que en toda mi carrera”, declaraba al diario…
“Un auténtico y eficaz sistema de corrupción institucional, a través de mecanismos de manipulación de la contratación pública central, autonómica y local”. No es extraño pues, que el PP se convirtiera en una especie de agencia de colocación donde alistarse, como un opimo, y óptimo, medio de vida. Desde los ayuntamientos al status nacional, pasando por el autonómico. De Prada, en ésta su primera entrevista tras la gürtelada, y tras confesar los ataques y presiones sufridos, se queja de que el CGPJ, “muy ajeno y alejado de la clase judicial, y siguiendo los vaivenes de la política…”, nunca le haya defendido.
Bueno, ni a él ni a ningún juez que exprese la auténtica y verdadera independencia del poder judicial en este país. Resulta hasta lógico, pues es el elemento cupular cuyos miembros son nombrados por los poderes fácticos de la clase política. Una clase política que a veces es casta, a veces es clan, a veces es manada… La enorme suerte que tiene España es que el resto de la tropa judicial, por lo general, se mantiene independiente y honesta, pese a los esfuerzos desde arriba para presionarla. También son recientes las declaraciones a una cadena de TV por parte del juez instructor de lo de Urdangarín, su señora, y el resto de la caterva… apuntando a lo mismo.
Con respecto a la declaración de Rajoy President en el caso, contesta a su entrevistador que el ex-presidente estaba obligado a decir la verdad, y fue tratado judicialmente como cualquier otro ciudadano. “El Tribunal es quien ha de valorar necesariamente la credibilidad de todos los testigos”. Lógicamente, que mintiese o no, que echara balones fuera o no, o que no se acordase de nada, que ese es un virus muy común en los juzgados… “no sé… no recuerdo… no me consta…”, y lo padecen desde el último ujier hasta el mismísimo presidente.
En cuanto a lo de la Caja B, es taxativo: “Es una conclusión unánime del Tribunal, y premisa imprescindible que justifica de sobra la condena de los acusados, aunque no de todos se ha podido probar…”. Está claro, tío Pepe, está mú claro. El negocio que se tenía montado el PP para financiarse a sí mismo y extender sus gabelas y mamandurrias a sus principales, ha quedado al descubierto gracias a unos jueces que, a pesar de los palos en la ruedas, los cristales en el camino, los asaltantes viarios y la angustiosa falta de medios a la que la Administración condena a la Justicia en España, ha cumplido con su obligación y con su independencia. Mi brindis por ello, y por ellos…
Lo desgraciado del caso de la manada demuestra exactamente la misma independencia mantenida ante un juicio mediático, masivo, ignorante y desproporcionado, desatado y movido por organismos fácticos. Cargar contra los jueces, que no hacen las leyes, tan solo las aplican, es de cobardes e incultos. Solo el ganado (otra clase de manada) es capaz de ejercer juicios paralelos en mogollón y detrás de una pancarta. Pero no es capaz de reconocer ninguna verdad entre tanta mentira.
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