CHAPUZA NACIONAL

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Dicen los técnicos que el aeropuerto de Corvera está construido sobre una falla sísmica que lo hace expuesto a sufrir terremotos, pero que, sin embargo, está a salvo de inundaciones (naturalmente, si está en medio de un sequeral). Lo segundo es obvio, lo primero ya no tanto. Pero me pregunto dónde estaban tales expertos cuando se decidió el emplazamiento del aeropuerto, o, en todo caso, por qué no lo advirtieron entonces, en vez de decirlo ahora. Porque a lo mejor no les preguntaron cuando debieron hacerlo, me dice el de mi derecha… O porque no tenían otro lugar más barato ni disponible que ese, y por eso no les consultaron entonces, me sopla el de mi izquierda…

            Ya… la política de los hechos consumados, en definitiva. El arte – o el desastre – de la chapuza nacional, que es como se hacen las cosas en este país. Que tales cosas se hacen a destiempo, o bien cuando no se necesitan para nada, o si se necesitan, entonces se hacen deprisa y corriendo, pero siempre, o casi siempre, mal. Todo se hace a impulsos políticos, no por idoneidad, o porque sea necesario, bueno o recomendable. Lo primero son las obras ditirámbicas (España está llena de aeropuertos, auditorios y faraonismos varios que no se utilizan) cerradas y cayéndose ellas solas por no poder mantenerlas. Y lo segundo, parecen elegir zonas de riesgo – como es el caso – o materiales de riesgo que las hacen ser reparadas antes, o apenas empezar a darles uso. No pongo ningún ejemplo porque en todos los pueblos y ciudades de este país existen tales ejemplos a montones… Y todas, todas, han costado el doble, o el triple, o diez veces más, de lo presupuestado. Eso, encima…

            Aunque el paradigma de la chapuza lo ostente nuestra potente industria bélica, al menos aparentemente. Lo de la construcción de los modernos submarinos de la Serie S.80 Plus (los que tenemos son de la II Mundial o de cuando Isaac Peral) es de chiste. Aunque también es sintomática, por el despilfarro del dinero público. Resulta que les sale un submarino que se sumerge cojonudamente, sí, pero no flota. Y es incapaz de flotar porque nuestros ilustres ingenieros no habían previsto el peso de los modernos motores con que habían ser dotados (los avances técnicos en España van más deprisa que la propia construcción, dadas las disponibilidades). Así que don Melitón, el del Tebeo de turno, piensa, y… ¡yastá..!, se amplía la superficie de eslora mismo, vale, hasta que adquiera la flotabilidad que le falta al chisme.

            …Y se ponen a ello. Más tiempo… más recursos… hasta que se dan cuenta, ¡cáspita!.. que ahora no coge en el muelle donde lo están construyendo. Se ha aumentado el tamaño del barco sin tener en cuenta el del muelle andestá el chirimbolo. Total del resultado: entre unas y otras cosas, unos 40 millones más de euros.- Nada, pagan los contribuyentes, que eso están, acho, tío, cagonla… ¿Quién dice que nuestra ingeniería naval no es previsora?. Y con esta tarjeta de visita de tan enorme competencial tenemos el cuajo de salir al mundo a venderle nuestros productos navales…

            Pero cuidao… No es que en España los ingenieros estén de camareros, que no, que no es eso… Es que en España cualquier camarero te sabe construir un barco. Eso sí. Lo que pasa es que han de cambiar la práctica de servir las birras con sus olivicas y sus pataticas en cualquier mesa, a coger el Mecano y montarte un señor cimborio como Dios manda…         

           

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