CHULOS
- Por miguel-galindo
- El 21/06/2018
Me van a brear las feminoides, pero lo digo como lo pienso. Lo del gigoló Albert Cavallé, conocido por “el estafador del amor”, me deja perplejo. Lo juro por todo lo jurable. Caer en las redes de un chulo posturitas que se le nota que es un chulo a leguas de distancia y con los ojos cerrados, al que se ha conocido nada menos que en un portal de citas, y al que se entrega todo lo que se le pide porque te dice que está loco por tus huesos de santa, poniéndote caritas y pasándose el dedo por los morros al estilo Cinzano… poslaverdad…
Y yo sé, y así lo admito, que esto que escribo no va a ser políticamente correcto, pero igual que hay cabras que tiran al monte, hay mujeres que tiran al chulo, porque, vamos… Yo entiendo que, por muy guapo que pueda ser un sujeto, la inteligencia intelectual siempre debe quedar por encima de la inteligencia emocional, ¿no?.. Y una cosa es echarle un aquitepilloaquítemato, que vale, pues bueno, y otra muy distinta es abrirse de bolso, cajones y cuenta corriente como una tonta.
Y en esto no hay edades, ni clases, ni educación, ni estatus, ni cultura. Hay señoras con tipazo, guapura, dos pares de ovarios y tres carreras que hablan cuatro idiomas, que caen en barrena porque un caritas de tres al cuarto, con menos sesera que una cabeza de alfiler, le dicen ojos negros tienes, y pierden el pompis tras su sombra de grey a poco que el machito marque pantalón en salva sea la parte. Y figurita de chulopú. Uno se pregunta si existe algún dispositivo génico o feromonal que desconecte la capacidad de raciocinio de las féminas cuando entran en estado de shock ante la llamada del macho alfa que se alimenta de alfalfa…
Se me contra-argumentará que igual nos pasa a los machos en presencia de una mujer fatal-total. Y puede que sea verdad, y que los hombres no lo denunciemos por vergüenza propia, y las mujeres sí lo hacen aún a pesar de su propia vergüenza, y que por eso no se conocen tantos casos como con ellas. A lo mejor es así. Pero lo que no me encaja es esa superioridad intelectual de la mujer sobre la brutalidad elemental del varón, que también es cierta por cierto, dónde está cuando aparece el más burdo y lerdo de los seductores.
Es posible que solo se pueda captar al vampiroide por elementos del mismo sexo, y que los hombres veamos al chulo venir de lejos, igual que las mujeres huelen a las “vamp” nada más aparecer en escena, y que en régimen cruzado el radar no funcione por efecto de las feromonas. Si eso fuera así, entonces quedamos en tablas. Pero si no fuese así, y hubiera una mayor tendencia a hacer el memo o la mema, según un sexo u otro, entonces es que la tan deseada como cacareada igualdad es más un deseo que una realidad, un postizo que lo auténtico.
Pero lo cierto es que estos casos demuestran que hombres y mujeres, mujeres y hombres, no somos iguales por el simple hecho que no estamos hechos iguales. La atracción del uno al otro sexo hasta perder el oremus a límites tan bochornosos lo está proclamando a gritos. Las unas desean de los otros, como los otros de las unas, lo que ellas o ellos no tienen de aquellos o aquellas. Solo así se explican las cincuenta sombras de Grey en versión pantera femenina o cazurro masculina.
Lo del estafador Cavallé, una reputada feminista a la que no voy a nombrar, lo explica, o lo disculpa, o lo excusa, con lo de “tener el gen”, tanto en atraer como de sentirse atraída… ¡Ah!, pos mú bien. Entonces, todo aclarado…
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