CIEGOS (II)
- Por miguel-galindo
- El 13/11/2019
Escribo éste el mismo 10/N, apenas empieza el personal a desperezarse para ir a las más desmotivadas elecciones de la historia reciente, y hago votos porque el fantasma de la abstención nos sea leve. No se ve ilusión en la gente, todo lo contrario, se palpa la incertidumbre y la desgana. Y si haces algún comentario al ir a comprar el periódico, o tomándote un café en el bar de la esquina, recibes un invariable “para lo que va a servir…”, o esto es un “más de lo mismo”, te dicen. Y eso, para mí, significa que el votante sigue enviando y repitiendo su mensaje a los políticos: aprended a pactar, al acuerdo, desarrollad una política de alianzas, entenderse entre vosotros, por el bien, no vuestro, si no del país… Sin embargo…
Y eso que los medios han intentado (con su torpeza habitual, que suele producir el efecto contrario al buscado) mantenernos enchufados al evento. Para los vomitivos debates, desde dos o tres días antes nos han estado machacando cansinamente con detalles idiotas al recibimiento de los mediocres políticos, que si dónde sus asesores, que si por los pasillos que van a transitar, que si del séquito de acompañamiento, que si moqueta o tarima en el plató, que si la disposición de los atriles, que si la posición de los moderadores… y medio telediario rebañado de detalles insustanciales y estúpidos que a nadie interesan… Y así en todos los informativos han malgastado tiempo de los mismos en esa hipnosis colectiva y repetitiva.
Al igual que los días previos al de las elecciones, contándonos el montaje de la cadena, la disposición del estudio donde se va a seguir el evento, las unidades desplazadas, la situación de los equipos móviles y los fijos, los que se dedicarán a verter el pienso sobre los borregos con sus comentarios cansinos, inútiles y cretinos, durante todo el santo día, las mesas de analistas que se cobran bien sus paridas sobre los resultados tras el sacrificio de la santa misa… perdón, de la santa urna… Y así, un dalequetepego continuo y monótono durante los prolegómenos, que aburre hasta a las ovejas. Y que estoy seguro, obedece a una concreta y determinada estrategia alienante y alienadora…
El caso es que nos tienen – o al menos es lo que intentan – hipermonitorizados. La causa y el motivo, nos dicen, es informar. Y nos informan de los detalles superfluos que a casi nadie importan hasta la saciedad más sádica. Y nos tienen, mantienen y entretienen en la repetitividad de esos mismos detalles… A mí me recuerda, miren ustedes, a ese Gran Hermano, o aquel Mundo Feliz huxleyano, donde la monitorización de los ciudadanos es constante, omnipotente y omnipresente en sus vidas cotidianas. La clave de esa sociedad plana es el monótono en los monotemas. Y si se fijan, la raíz de monitorizar y de monotonía, es la misma.
La cuestión es que en unas horas sabré (sabremos) todos y todas, los resultados del cuarto intento en cuatro años de obtener un gobierno estable y coexionado alrededor de una Constitución que nos dimos al comienzo de nuestra democracia, tras cuarenta años de dictadura bajo partido único, donde hasta el clero llevaba el yugo y las flechas bordadas en la sotana, y en que no podíamos votar porque se nombraban ellos solos de entre ellos mismos. Y miren, ahora estamos en una matemática en que se nos hace votar a los mismos incapaces que no han sabido, o no han querido, entenderse, formar coalición, y librarnos de las apetencias fascistas, populistas y separatistas que nos amenazan por ambos extremos de ultras (que viene de ultraje)… Y que a ver si abandonan ya su odio y venenosa demagogia, con la que nos contagian y empozoñan…
¿Volverán a convencernos de que nos equivocamos nosotros en votar, y no ellos en desobedecer el mandato de las urnas?.. ¿Podrán convencernos de nuevo de que la culpa es nuestra y no de ellos?.. ¿Intentarán otra vez provocar unas nuevas elecciones, antes que cumplir con lo que se les haya mandado en éstas?.. Si así fuera, es que todos y cada uno de ellos solo aspiran a ser ese Gran Hermano, ese Gran Timonel, ese sublime Guía, ese Caudillo, que se creen en su figura de líderes de ciegos que conducen a ciegos. Más vale que se aparten a un lado y no sigan insistiendo en su manifiesta ineptitud. Que vengan otros que sean capaces de tener la visión de Estado que ellos no tienen. Salvo que, claro, todos nosotros seamos los ciegos que siguen a esos ciegos.
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