COMERCI(ANTES)

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Semanas pasadas, en el programa de La Pinza, tocamos el deterioro y la decadencia del comercio tradicional en (ciertos) pueblos, y la indefensión ante los parques y grandes áreas comerciales. Y con un comerciante de toda la vida y un técnico local como invitados, abordamos – casi que exhaustivamente – los porqués y los cómo, las causas y los efectos, los motivos y las consecuencias, lo que no se hizo entonces y lo que se podría hacer ahora…

                …Y me quejaba yo que empleé décadas de mi vida tratando de unir al comercio, de asociarlo, coordinarlo, organizarlo… para nada. O no pude, o no supe. Y decía que ese comercio local le volvió la espalda a una Tarjeta de Crédito Local, a un Centro Comercial Abierto, a un Portal Unificado de Ventas, a decenas de estrategias para Fidelización de la Clientela, a cursos gratuitos de formación, a Técnicas de Ventas Corporativas, etc… Y todo, absolutamente todo, a costo cero. Eran los buenos tiempos en que la Dirección General de Comercio de la C.A. disponía de medios, voluntad, ganas… y amistad.

                También denuncié, al finalizar el programa, la actuación irresponsable de los ciudadanos, la desinformación, y la ligereza en dar la espalda al comercio tradicional del pueblo en el que viven, e incluso, del que viven. Y las consecuencias que, al final, pagaremos todos, porque la gente es directamente responsable de la decadencia de sus propios pueblos. Pero no cabe la menor duda que, antes de tratar de concienciar a nadie, tiene que concienciarse uno mismo. No se puede pedir lo que no se es capaz de dar, no sé si me explico…

                Pues bien… al día siguiente, y al siguiente del siguiente, y al otro, me pararon por la calle algún(os) comerciante(s) y cliente(s) de la localidad donde vivo, y una de las más afectadas por este fenómeno en cuestión, puesto que aquí se junta el hambre con las ganas de comer. Lo curioso del caso es que ambos coincidían exactamente en sus opiniones punto por punto, como si se hubieran puesto de acuerdo en su apreciación del problema, aunque sé muy bien que no fue así…

                Y tal cuestión era la siguiente: Quizá el fracaso vino porque todos esos medios les fueron ofrecidos absolutamente gratis. Es posible que, al no costarles nada, tampoco los valoraron en nada. Puede que si se hubiese empleado la estrategia de compartir costos, se hubiesen interesado. Ya se sabe que la mejor medicina se cree que es la que más cuesta. Es una actitud tremendamente idiota, necia y absurda, pero puede que sí, que lleven razón…

                Bien, pues ahora, si quieren intentar algo por sí mismos, ya saben lo que tienen que hacer. Todo eso, y algo más. Pero ahora, claro, eso sí, pagándolo de sus bolsillos. Y al que se encargue de ello, también. Cuando alguien que les cueste el dinero vaya a visitarlos, puede que ya no hagan lo que antes, y ahora lo atiendan, y lo escuchen, y le presten la atención debida, y sepan lo que vale un peine… Así que, uniéndome a la opinión de esos amigos, habré de decir que la mejor lección recibida es la que más cara se paga.

                Pues eso mismo, que sí, que vale, que bueno… que lo que ustedes quieran.