CONSIDERACIONES
- Por miguel-galindo
- El 26/11/2015
Sigamos con el análisis en la distancia, aunque esta distancia sea corta para ciertos análisis, pero en fín… Sin embargo, hemos de empezar a pensar fríamente. Los terroristas son fanáticos, pero no tontos. Son malas bestias, pero bestias inteligentes. Su finalidad es matar, y matar mucho al mínimo costo. Que sus mártires se coticen a diez por uno, o a ciento por uno, si no a mil por uno. Sus autoinmolados les salen baratos, pero han de rentabilizar al máximo sus golpes con el mayor número de víctimas posibles. Cuantos más muertos, más publicidad, más miedo, y mejor para sus intereses…
Y los escenarios ideales para conseguirlo están en las grandes concentraciones que les brinda la cultura occidental, muy propensa a ello, y que, además, les sirve “a güevo” como modelo decadente a vender a sus descerebrados matachines. Conciertos multitudinarios, estadios, discotecas, aglomeraciones varias… donde el personal se mogolloniza, que ahí sí que rinde un cinturón explosivo, o un zombi con un Kalashnikov en el dedo. Esto que digo será todo lo duro que se quiera, pero también es todo lo cierto que es…
El Estado Islámico propaga a sus ciegos brutos que París, como dijo Hemingway, era una fiesta, y como dicen ellos, “la capital de las abominaciones y la perversión”. Incluso calentó la tenebrosa sesera de sus ejecutores con que sus objetivos no serían mas que “idólatras concentrados en una fiesta de perversidad”. Las cien víctimas de Bataclán representaban para los obtusos asesinos la encarnación del mal, y el grupo de rock-méthal que actuaba “la trompeta de Satán”. Así lo justificó en su posterior reivindicación: “estaban reunidos centenares de idólatras en una fiesta permanente…”.
No se necesita ser muy despejado de mollera para intuir por dónde van los tiros, y nunca peor dicho, de todos estos abducidos. Los grandes conciertos, las gigantescas concentraciones, los botellones… serán las “perversas abominaciones”, así lo califican ellos, con las que hay que acabar. Como las enormes aglomeraciones de eventos deportivos “decadentes”. La idolatría de occidente.
Yo estoy firmemente de acuerdo en que nadie debe ser doblegado por el miedo ni por la fuerza del terror. Que más vale morir de pié que vivir de rodillas. Que la dignidad está por encima de la seguridad, y todo eso que ahora se dice tanto. Y es cierto, muy cierto. Pero según qué escala de valores, claro, según qué prioridades. El tan repetido no podrán con mi deseo a ir a Disneyland empieza a sonar a que no pare el negocio, que no pare… El entrenador de la selección belga de fútbol, cuyo partido con España fue suspendido por la amenaza terrorista, y ante la indisimulada contrariedad de su colega español, dijo que “una sola vida humana vale más que todo un partido de fútbol”… Habrá que meditarlo.
…Y el diario francés Liberatión, se refería, generalizando aún cariñosamente, a los miembros de las jóvenes generaciones propensas a la promiscuidad de fiestas y concentraciones, como “esos neuróticos parlanchines, algo alcohólicos, obsesos sexuales y vagamente cultivados”… Así que tampoco nos viene mal pensar un poquico…
miguel galindo sánchez - www.escriburgo.com