CONSUMATUS EST

Resultado de imagen de CATALUÑA Y ESPAÑA

Se cumplieron las previsiones. Cataluña ha votado masivamente, y ha firmado y afirmado su trágica fractura. El ascenso de Ciudadanos es proporcional al descenso y caída del PP, y algo más, pero la suma de los partidos secesionistas deja bien claro lo que los catalanes, aún en su dislocada división de siglas, quieren. Y quieren la senda de la secesión, aún y a pesar de la ruina económica que les espera. Han creído hasta la última falsedad del separatismo. Y han decidido…

            Aún y a pesar del último hecho que demuestra su descarado y descarnado cinismo: el inquirir a los demás que respeten los resultados si no ganan y decir que si ganaran, entonces serían ellos los que no respetarán esos resultados. Ese es su sello de demócratas. Y eso, aún sabiendo que Puigdemont incumplió su promesa y prefirió huir a su ridículo autoexilio… Incluso a pesar que la deriva populista radical los ha colocado junto a los peores populismos europeos: la Liga Norte italiana, la extrema derecha lepenista y el partido flamenco heredero de los SS nazis. Tales son sus aliados. Se han despojado voluntariamente de su herencia europeísta y de su vocación democrática y han abrazado un fascismo modelo franquista, además. Y aún y así, y a pesar de todo ello, la mayoría de esa masiva participación catalana, han votado la suma de los partidos secesionistas. Aquí ya no hay ceguera, ni siquiera ignorancia. Han elegido con entera asunción de sus efectos, el precipicio. Con absoluta claridad han optado por sus “suicidadores”.

            Al gobierno central ya solo le quedan dos caminos, siempre que no se quiebre el principio legal y de derecho, o sea, que los que han violado la ley deben de ser juzgados por sus delitos, y ser estrictos en la aplicación de que son delincuentes y no presos políticos, para no caer en la trampa saducea del separatismo. Y esos dos caminos son los siguientes: O entablar conversaciones con el nuevo gobierno autonómico, esta vez sí, salido de elecciones legales, y avanzar en un referéndum pactado, que es lo que tuvo que hacer en su día y no hizo, siendo éste el resultado de tal cerrazón, por supuesto que sujeto a uno nacional posterior, que es la norma legal internacional en estos casos, y aquí sí que se tendría que mojar la CEE en hacer campaña, o sigue aplicando el 155 ignorando la voluntad expresada por el pueblo catalán, con lo que se enquistaría su polarización.

            Solo eliminando la crispación actual y restableciendo el buen sentido, y anulando con el diálogo y una política inteligente los embustes y mentiras del secesionismo más cerril, Cataluña podría ver su auténtica realidad. Y es que el 75% de inversión extranjera ha huído de ella, que las empresas importantes no volverán, ni el turismo, ni su pujante comercio, ni la seguridad y riqueza de la que gozaba, ni que la ruina que se ha buscado se va a reconvertir en prosperidad. Y que los grandes errores históricos se pagan con grandes pérdidas sociales, laborales, económicas…

            En democracia hay que apechar con lo que dictan las urnas, sea bueno o malo, y aplicar la estrategia más conveniente a los resultados de las mismas. Y en Catalunya todo se ha consumado… al menos, de momento.