CRÓNICAS CORONAVÍRICAS
- Por miguel-galindo
- El 18/03/2020
Bueno… ¿cómo llevan el confinamiento coronavírico?.. Yo, dada mi edad provecta, soy presa fácil del bicho, y víctima propiciatoria, por lo que próximos y allegados me instan al enclaustramiento. Menos mal – gracias a las Redes sean dadas – que eso me permite seguir, con mayor desahogo si cabe, con estas crónicas, y, de alguna manera, también con ustedes, los que me siguen, y colaboro de alguna forma en entretenerles la cuarentena ésta. Porque aprevénganse que será cuarentena, que no quincena… Al menos, que estemos comunicados a través de esta ventana que procuraré mantener abierta con mis suscriptores.
Así que intentaré adoptar cierta normalidad y no fallarles en esta costumbre diaria. Tenemos que agarrarnos a los hábitos para pasar esto, amigos míos… Lo familiar y lo cercano no nos debe faltar, si es que se puede conservar. Por lo que les seguiré escribiendo de cosas y casos, salpicando el tema que nos mantiene enjaulado con otros de diversa naturaleza, aunque en cierta forma será un esfuerzo añadido, ya que las fuentes se han secado y de todos los grifos informativos solo mana el agua contaminada del coronavirus. Pero lo intentaré. Aunque en el de hoy me van a permitir compartir con ustedes mi experiencia diaria en mi pueblo.
Dado lo que hay, y lo que no hay, me levanto algo más tarde de lo habitual, a fin de dar tiempo a que abran ciertas tiendas permitidas. Desayuno y salgo a la calle a por los periódicos (me alegro que los quioskos se salven del cierre por la prensa) pues la formación y la información deben ser como los alimentos de primera necesidad. Unos con destino a la barriga, y el otro con destino a la mente… Aunque se nota demasiado que somos más de tripa que de cerebro. Lo digo porque las aglomeraciones que se ven en los supermercados no se ven en quioscos y librerías, y, por cierto, que aquí estamos fallando como cenutrios, y siento decirlo porque nos acerca más al tercermundismo que a la cultura y la educación.
Y hablo de los hacinamientos en los “mercadonas” (lo digo en genérico) y demás “piensonarios”, y no de pensar precisamente, si no de pienso y de papel higiénico (¿?) elevado a los altares de una más que dudosa necesidad… Estamos dejando al descubierto, y sin tomar medida alguna, focos abiertos de contagio en todos los establecimientos de alimentación, y eso resulta, como poco, incomprensible. Desde los primeros días se tenían que haber tomado medidas, de racionalización más que de racionamiento, para evitar muchas cosas negativas: un máximo de compra por persona y día, por ejemplo. Y después, controlar la entrada de personas en los mismos… Sin embargo, ninguna medida se previno. Solo los pequeños empezaron a tomar esas precauciones. En esta ocasión, vergonzosamente, las pequeñas barcas han remolcado a los grandes trasatlánticos…
…Como tampoco he advertido, al menos aquí, en mi pueblo, un excesivo celo en el cumplimiento de las normas, salvo el adoptado por la ciudadanía voluntariamente… Quiero decir que, en cuatro días, yo aún no he visto un solo policía municipal por todo el centro urbano. Y sí que veo gente deambulando por las calles, sobretodo árabes, ya que ésta es una población de gran incidencia de mano de obra en la agricultura, por ejemplo, y si no están trabajando en el campo, están paseando en la calle… su cultura es callejera, no casera. Por eso, o no se han enterado, o no han querido enterarse. Pero tampoco ningún agente de la autoridad veo que les esté informando de nada, simplemente porque a ellos (los agentes) no los veo por las calles, pero a mis convecinos árabes, sí…
Pienso, no sé, que si ese principio de autoridad, de vigilancia, de presencia, no se mantiene, la autoresponsabilidad de la gente empezará a relajarse., y el aislamiento decretado al final no dará el resultado buscado… Puesto que no passsa ná, pues en vez de salir media hora a que el perro caguimée, pos salgo media mañana… ya me entienden. Si éstos salen a la calle, ¿por qué yo no..?, total, si nadie vigila… Es la sensación que da, o que puede dar, la falta de patrullas dando vueltas por las calles de un pueblo. Y si esto no se corrige, aquí, o en los pueblos que se dé tal circunstancia, en unos días esto va a ser un cachondeo con muy poca gracia. Vamos, como lo del rosario de la aurora…
Por nuestro propio bien y por el bien de todos, hemos de denunciar todos estos hechos y anomalías. Por puro y puñetero civismo. Porque ciertas cosas no son de recibo.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php / próximo programa, día 20 Marzo: …MISIÓN CUMPLIDA
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