...DE CORREOS

Resultado de imagen de ANTIGUAS SACAS DE CORREOS

Mi vida, de alguna forma y manera siempre estuvo vinculada a Correos. Nací siendo nieto de Miguel, El Cartero, apodo que heredó también mi padre, sin serlo, pero que, en mi pueblo, a todos nos llevó a ser la familia de Miguel, el cartero. Un abuelo, de cuyo oficio y sobrenombre, naturalmente, me siento muy orgulloso, como debe ser…

                Las primeras vivencias de mi existencia, en la ya lejana infancia, estuvieron cosidas a aquellas viejas y mugrientas sacas, donde viajaban los paquetes de aquellos primitivos periódicos que traían los trenes a Correos, a sus gentes, a nuestras idas y venidas constantes a su oficina de Los Alcázares, y a nuestros horarios de mañana, tan pendientes y dependientes de la llegada de la vetusta Tomasa, aquel añejo coche de tablas que conducía Paquillo y nos traía viajeros y Correos, haciendo el reparto desde Torre-Pacheco a media cuenca del Mar Menor… De alguna forma, aquel antiguo servicio postal forma y conforma alguna parte de mí mismo.

                Luego, por alguna razón sin razón alguna, una no pequeña parte de amigos, de buenos amigos, son nombres que nacen de, o han venido a parar al, servicio de Correos… Eduardo, José María, Alfonso, Diego, Antonio, Pepe y su esposa, Jesús y su hermana, como tantos otros a los que veo y saludo cada mañana de cada día de mis días. Unos se fueron, y otros siguen ahí, compartiendo unos minutos diarios de mi tiempo y desde tiempo inmemorial… Si, subconscientemente, son el sutil hilo transmisor que me une a la memoria de mi abuelo, yo no lo sé. Pero si sé que ahí están.

                Hoy celebramos la tristeza de una despedida. Del traslado de otro buen amigo vinculado a Correos. Al actual director de la oficina, Pedro, lo destinan a dirigir otra oficina principal en Cartagena, su tierra, donde nació y vive, y donde está toda su familia, y de donde viene cada día a Torre-Pacheco desde hace una docena de años… ¿Qué cómo se me ocurre hablar de una celebración triste?.. Pues porque tiene de ambos ingredientes. Es un amigo con el que dejaremos de compartir nuestro saludo diario, y eso es triste, pero estará más cerca de los suyos, en su casa y en su tierra, y eso es para celebrarlo.

                Pedro ha estado con nosotros doce años, sí. Y ha creado vínculos de amistad fiel y sincera con cuantos lo hemos tratado desde la lealtad y desde la franqueza. Sus compañeros habrán de hablar mejor que yo, pero para mí, Pedro es de la buena gente que llega a ser gente buena, no sé si sabré explicarme… Y a los buenos se les echa de menos. Como aquí se le echará a partir de mañana, y como sé que a él, y me consta, echará de menos a su buena gente de aquí… Y de ahí su tristeza, y su inevitada emoción, y sus lágrimas chivatas y puñeteras.

                Pero un amigo que se va no es un amigo que se pierde. Es un amigo con el que ensanchamos nuestro mundo, pues la oficina de Correos de la Plaza San Francisco a la que marcha también será un poco nuestra a partir de ahora, al igual que él deja aquí un roal con sus huellas. El que se va lleva consigo las amistades que deja, y tú, amigo Pedro, te alejas tan cerca que casi no te vas. O sea, que te marchas poco… Y allí, como aquí, siempre estarás próximo a tus prójimos.- Un abrazo.