DE TRAMPAS Y TRAMPOSOS
- Por miguel-galindo
- El 29/11/2021
Cada vez que cae en mis manos un texto legal (o más o menos legal) emitido desde algún tipo de administración pública, o no pública, me pongo enfermo… También usan la farragosidad extrema empresas privadas, sobre todo aquellas contratadoras de cualquier tipo de servicio: luz, agua, gas, telefonía… Es muy posible – yo así lo creo – que se haga con un propósito oculto si bien definido: hacer formalmente incomprensible aquello que tenemos que firmar, con el fin de sacarnos las hijuelas y/o ellos disponer unas cuantas “gateras” por donde escapar, llegado el caso…
Un ejemplo práctico de todos los días (a mí me pasó hace muy poco): una empresa de las citadas, te cambia la portabilidad de tu móvil sin tu consentimiento; te baja la calidad de su servicio al nivel de las alcantarillas; te ocasiona perjuicios; te obliga a cambiar de compañía, ya que estás pagando por lo que no recibes; y, encima que te ves obligado a rescindir el contrato, te sanciona por ello… Eso está ocurriendo, y el usuario lo está sufriendo a cada momento de cada fecha del almanaque. Y la gente prefiere – preferimos – pagar, por no gastarnos más dinero en abogados y líos jurídicos, y al final hasta poder llegar a perderlo por uno de esos subterfugios legales (que no morales) que introducen en sus trampas, enredadas en un inteligible y confuso, e incomprensible lenguaje.
Es, justamente, aquel “la parte contratante de la primera parte se considera como parte contratante de la segunda parte…” con que parodiaba el genial Groucho Marx en sus disparatadas actuaciones… “Es la miga del pan de los abogados” me dice un conocido en la cola de uno de esos mostradores malditos… Será de los abogados trápalas – le respondo yo – de los trafullas, de los líaycobra, que haberlos háylos, doy fé… Pero también doy fé que existen letrados honrados hasta la médula, y leales, y nobles, de algunos cuales me congratulo en su amistad… Y no debe pagar toda la profesión por unos indeseables, que son los que aconsejan a esas empresas, o a la administración pública, de la letra de esos contratos de los que hay que guardarse… Y mucho.
Lean, observen y piensen, sobre el siguiente párrafo, sacado de un texto parido por una administración autónoma: “el volumen total de las subvenciones a conceder, no superarán las citadas consignaciones, ahora bien, si con carácter previo a dictarse la resolución de la Concesión, se produce un incremento del importe del crédito presupuestario disponible, según ratio, como consecuencia de una generación, una ampliación o una incorporación de crédito, de conformidad con lo establecido en el Artículo… del Decreto…”
Clarito como el agua clara, ¿verdad?.. Agárreme usted esa mosca, me la pinta de verde, y le pone en el rabo un lazo colorao, en el caso, claro, de que las moscas tengan rabo. Este es el balbuceo siniestro en que se desenvuelve el papeleo administrativo y el de ciertas empresas propensas a la estafa instituida de fondo… Existe una consultora por ahí (no puedo, ni debo, hacer publicidad), pero es rigurosamente cierto, que se dedica a analizar los textos de becas, bonos sociales, solicitudes de Ertes, ayudas al alquiler, etc., etc., etc… que constata de manera taxativa: “un lenguaje oscuro y espeso” introducido adrede para confundir y eludir…
Yo creo que la primera institución que usó tales métodos, fuleros y engañosos, fue la Banca… Era relativamente fácil: el que se acerca al banco, casi siempre es por cuestión de necesidad, a veces vital. En esas condiciones les resulta pan comido el hacerles firmar cualquier documento con el anzuelo de “concedido”… Todos, en menor o mayor grado, hemos sido víctimas de ello. Hoy se ha desarrollado un sistema crediticio subterráneo que no mira el solucionar el problema de nadie, sino el que estén desesperados y entren peces en la red. Una vez aceptadas las condiciones por el incauto, éste ya no puede escapar de la ruina segura, pues le sacan hasta los pistilos.
Pues ese método es el mismo que hoy usan ciertas administraciones y ciertas empresas: el del lenguaje confuso y difuso, el del que, por mucha razón que a usted le asista, haga usted lo que haga, siempre será el que pague una vajilla entera por cuatro platos rotos, y ellos, de responsabilidad, nada de nada... Cuidémonos, pues, de los Idus de Marzo. César no lo hizo, y miren lo que le pasó…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com