DECÁLOGO VITAL
- Por miguel-galindo
- El 11/09/2019
Ya pocas personas no creen en el cambio climático, y en las desastrosas consecuencias a las que nos abocamos. En lo que no creemos mucho es en el cambio de hábitos. Algunas piensan que aún hay tiempo, y esperan que empiecen otros y ya se lo den todo hecho, y otras piensan que ya para qué, si no hay remedio, así que vivamos como queremos hasta que reventemos…
Pero en esto hay un par de premisas: una claramente egoísta y miope, que es para qué molestarse en plantar un árbol si a nosotros ya no nos va a dar sombra y cobijo, sin pensar en nuestros más directos descendientes. Y la otra no es totalmente cierta… aún. Los expertos más relevantes nos dicen que nos quedan poco más de diez años para intentar revertir la situación. Es muy poco, ciertamente, y una década se pasa muy pronto, pero es el plazo que tenemos para evitar que lo que ha empezado a ocurrir llegue a un punto sin retorno. Así que urge la concienciación.
En este punto, la excusa más fácil es preguntarse aquello tan manido de, ¿y yo qué puedo hacer?.. Es la actitud más cómoda, a la vez que más irresponsable. Y dada la premura, también la más suicida. Aquí solo cabe una sola y única actuación: ponerse manos a la obra sin pensar en que otros la secunden, o no. Llegados a este límite, solo la concienciación personal y/o familiar sirve… Y sí, a la pregunta del ¿qué puedo hacer yo?, existe un Decálogo de actuación, personal y doméstico, que tendría consecuencias vitales y positivas si todos lo siguiéramos. Estos son los diez mandamientos:
1.- MANOS AVIÓN
2.- MANOS AUTOMÓVIL
3.- CONSUMIR SOLO ALIMENTOS AUTÓCTONOS
4.- RECICLAR MÁS (en casa, no en los contenedores)
5.- DESHECHAR MENOS ROPA
6.- COMER MENOS CARNE
7.- OPTAR POR ENERGÍAS RENOVABLES
8.- PLANTAR MÁS ÁRBOLES Y MENOS LADRILLO
9.- ELIMINAR LOS PLÁSTICOS DE NUESTRA VIDA COTIDIANA
10.- RACIONALIZAR TODO GASTO (comprar solo lo necesario para el consumo)
Son diez medidas sencillas de entender, aunque complicadas de aplicar. Solo obedecen a la simple voluntad individual de llevarlas a cabo, aunque tienen dos grandes enemigos económico-sociales que oponen una resistencia brutal: el turismo y el consumismo. El primero, porque ha desarrollado un monstruo trufado de interés económico con los desplazamientos masivos e indiscriminados. El segundo, porque todo nuestro sistema de gasto está entregado a campañas comerciales basadas en el consumismo desaforado de comprar, usar y tirar…
El volver a una racionalización de hábito y costumbres lo asociamos con atraso. Y no es un paso atrás que la humanidad salve los muebles. No es un retraso lo que sería un adelanto en la salud y la calidad de vida, y el salvar el medio ambiente, y los recursos naturales del planeta. Tenemos que regresar a lo mejor y deshacernos de lo peor. Hemos de rescatar a la humanidad de un desastre que hemos vestido de progreso. Al menos, elevando a los altares ciertos valores que no lo son en absoluto.
Esto requiere cierta incomodidad, es cierto. Puesto que lo más cómodo con respecto a un moribundo es dejarlo morir, y lo incómodo intentar salvarlo. Solo depende de nosotros mismos, de cada uno, no miremos arriba ni a nuestros políticos, pues su prioridad es otra…
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