DERECHOS HUMANOS
- Por miguel-galindo
- El 27/07/2017
Hemos de reconocerlo, aunque también hemos de lamentarnos por ello, pero los Derechos Humanos andan a la baja. Y habríamos de luchar contra eso, pero no veo que nada ni nadie mueva un pelo por ello. Todo parece converger hacia una cotización al mínimo en cuestión de Derechos Humanos, en una Europa que ha sido la abanderada histórica de los mismos. Pero es hacia lo que parece caminar el mundo.
Inglaterra, no solo ha cometido la solemne estupidez del Bréxit, si no que excluye también de su legislación la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, dándole la razón a sus Farage, Boris Johnson, y nazis ingleses más recalcitrantes. Unión Europea, por cierto, que vigila a Polonia para tratar de proteger el estado de derecho que amenaza ser quitado de en medio, y que les salen socios como Hungría, Bulgaria, etc., cuyos regímenes distan mucho de ser mínimamente ejemplares en dicha materia, y se parecen más a los sistemas fascistas y bolcheviques que a una democracia.
Y eso sin contar las tensiones fachas en Francia, Austria, Dinamarca… y lo peor y más importante, la crisis de los refugiados en pendiente y sin resolver, como telón de fondo y como talón de Aquiles. Y con unos mínimos de compromiso por absorver y resolver, que ni siquiera los socios más confesadamente europeístas, como la católica España, está lejos, muy lejos, de cumplir. No hay voluntad en ello. Ni por confesión, ni por compasión. Eso sí, exigimos a los brithis que traten a los nuestros como si ellos mismos fueran, pero somos incapaces de comportarnos en lógica consecuencia con los que más lo necesitan.
Si a toda esa maravillosa conjunción de planetas siniestros le sumamos que al frente del país más poderoso e influyente de la constelación, EE.UU., se ha puesto al simio más prepotente, incapaz y descerebrado que sea encontrado, y que viene a Europa desplegando su catálogo de gestos despreciativos y despreciables, imponiendo, exigiendo y amenazando con sus burradas, y que se ha hermanado con los más ricos y sangrientos sátrapas del oriente petrodólar, o con un alucinado iluminado como Putin… la película que tenemos es de todo menos bonica… Y pinta mal.
Así que aparentamos entrar en una época de derechos inhumanos, más que en los que hasta ahora nos hemos desenvuelto… Los españoles de mi generación, la verdad es que hemos tenido auténtica mala suerte. Sufrimos una niñez, toda la juventud y parte de la madurez, una dictadura de cuarenta años. Estábamos deseando vernos y sentirnos europeos en una sociedad donde los derechos humanos eran la brújula de los sistemas políticos. Y, ahora, en apenas un par de décadas de feliz gobernanza, ese mundo se torna oscura y amenazador.
Porque, repito, con estos gobernantes que hemos puesto al mando, y los agazapados que están a la espera, lo tenebroso y sombrío de la falta de principios y la inexistencia de los más elementales derechos básicos, está a la vuelta de la esquina… Salvo, claro, que enseñemos a las generaciones que votan hoy lo que hay que hacer y cómo hacerlo, y porqué hay que hacerlo. O si no, preparémonos a perder lo que un día ganamos…