DI-PUTA-CIONES

 

Uno de los acuerdos pactados entre PSOE y CIUDADANOS es la supresión de las Diputaciones, cuyo mantenimiento supone al Estado + de 5.000 millones de euros, y su utilidad es mucho más que dudosa… ¡Pues, coñe..!, mire por donde, una parte de los barones socialistas se han revuelto contra esta medida, y amenazan con no otorgar su cardenalicia aquiescencia y poner palos en las ruedas de un carro que ni siquiera se cree que vaya a rular…

                Esa es una de las reminiscencias del anterior bipartidismo del dame-pan-y-dime tonto, donde mutuamente se resguardaban las gabelas mientras se mantenía activo el teatro de marionetas con que entretener al personal. Los aragoneses, los andaluces, y alguno más, no quieren perder el chollo de las Diputaciones para engorde y resguardo de sus politicones. Ahí es donde se ve el límite entre el bien común, el interés del pueblo, del ciudadano, y sus intereses de partido, o el cómo y de qué forma entienden ellos la democracia. Todo menos que me recortes el pienso, que ahí rebuzno y coceo cuanto haya de menester maese mesones.

                Dicen que sirven para “vertebrar y cohesionar el territorio”, pero eso es una excusa para mantener chupetas dispuestas. No sé entonces para qué se creó el estado autonómico… Si eso fuere así, no se liquiden las diputaciones, sino las autonomías. Las Diputaciones existían en el modelo centralista de Estado, precisamente por eso mismo, para contrarrestarlo, como un organismo intermedio entre administraciones, pero se parió el invento autonómico/ecuménico para dar una alternativa mayor a la del centralismo, y en ese momento las Diputaciones dejaron de tener sentido, pues suponen una duplicidad de funciones… y de gasto.

                La verdad que esconde, lo que se oculta en este negocio, es, precisamente, eso mismo, un negocio. De las 38 Diputaciones de régimen común, casi la mitad, exactamente 18, están en manos del PSOE. Y ahí reside el problema. Que son tetas de las que cuesta desprenderse. Ubres de las que se mama leche y miel, un maná cargado al erario público. Los ciudadanos invitan, ellos pagan, así que aprovechémoslo…

                Resulta muy, muy curioso, la filosofía que comparten los del anterior bipartidismo a la hora de economizar gastos y rentabilizar recursos, y es que prefieren adelgazar los servicios públicos antes que adelgazar sus manaderos y mamaderos.

                Es un defecto que el PSOE, si es verdad que quiere hacer una política de regeneración del Estado, si es cierto y no una mentira más, tendrá que extirpar de sí mismo, y hacer generosos sacrificios, pues ningún partido, ninguno, está capacitado para regenerar nada si antes no se regenera a sí mismo. Y la división surgida en su seno por lo de las Diputaciones evidencia que mantiene una casta embocada al biberón, que es una lacra a limpiar. Porque el mensaje de esa costrosa casta es ese mismo: Diputaciones, di-puta-madre.

                Es como el bebedero del Senado, donde los partidos mandan a pastar a sus vacas sagradas como reconocimiento a sus lealtades y/o escondimiento de sus rapacidades. Solo cabrían dos soluciones: o suprimir este lujoso y caro aparcadero de estómagos agradecidos, o que lo mantengan ellos de sus propios y particulares bolsillos, pero no con dinero público. Eso se llamaría honestidad, palabra que parece han olvidado su significado… Claro que, a la hora de echar la papeleta por la ranura, nosotros parece que también lo hemos olvidado. Si no, no los volveríamos a votar.