DIANA, HIJA MÍA...

  

Porque experimento en mi cercanía a los que ya comienzan a hoyar esa senda, y los que empiezan a sentir y sufrir esa hoyadura, porque es de enorme y muy serio interés general, y porque suscribo desde la primera hasta la última palabra de su artículo, reproduzco íntegro el de la magnífica columnista Luz Sánchez-Mellado. De ahí que vaya dedicado a interés de  todos, y de todos los que consideréis hacérselo llegar:

DIANA, HIJA MÍA…

“Tengo dos adolescentes, apiadaos de nosotras. De mí, por madre trabajadora, hiperprotectora y ansiosa – valgan las redundancias – bregando con dos mujercitas que exigen pista libre en la calle, al tiempo que wifi y alpiste en casa. De ellas, por hijas tan modelo como rebeldes, hartas de pan y hambrientas de vida, (valgan los oxímoron) lidiando a la vez con la vieja de su madre y sus hormonas salvajes; las hormonas de las tres, se entiende. Solo quien la vive en vivo sabe de qué va esta película. Esta aventura, esta comedia, este drama, este thriller. Este parto contínuo con sus dolores y sus gozos.”

“La desaparición de Diana Quer en una noche de fiesta ha puesto bajo la lupa la intimidad de una familia de aquí y de ahora. Por eso, si no somos de fibra óptica, además de conmovernos y angustiarnos, nos fascina. Otros desaparecidos no son tan jóvenes, ni tan guapos ni tan poderosos, y no les echamos tanta cuenta. Pero en este caso todos tenemos una opinión, y, a veces, apesta. No hay más que ver los comentarios que suscita cualquier novedad al respecto. Que si una chica nunca debería ir sola por semejantes parajes. Que si esos pantalones a media nalga que llevan 9´5 de cada 10 chavalas son inapropiados. Que si la madre, que si el padre, que si la hermana… Siempre hay alguien mostrándonos el recto camino desde el púlpito de su superioridad moral y de la otra”.

“Yo lo que veo es a una madre, y a un padre, y a una hermana, acusando la ausencia de una mujer mayor de edad /…¿Cuántas las hay menores, y de quién la responsabilidad?... / que sigue siendo la niña de sus ojos. Mientras los periodistas aireamos sus dimes y diretes sin plantearnos si los vendemos porque nos los compran o si nos los compran porque los vendemos, muchos probos ciudadanos creen que eso nunca les pasará a ellos…”

“…Bien, a mí podría pasarme. Diana podría ser mi hija. Por eso, como con las mías, rezo lo que recuerdo con fervor de atea para que la película no acabe de mala manera”.

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Para este artículo no hay glosa que valga Ni epílogo que le sirva. No se le puede quitar, ni añadir, una sola palabra a su contenido. Pero todo nos vale a todos. Es una reflexión que, en cada hogar, muy bien puede servir a padres y adolescentes. Esto es así, y está ahí, ¿qué vamos a hacer con ello?..