DIFÍCIL NOS VIENE...

Europa cierra un acuerdo histórico con 360.000 millones de ayudas ...

Las ayudas europeas por lo del coronavirus no es que peligren, pero sí que vengan estrechamente condicionadas. Los Países Bajos, y con ellos la Europa norteña, no quieren oír hablar de subsidios para los vecinos del sur, las economías más duramente golpeadas por efecto de la pandemia. Sobre todo Holanda nos pide grandes reformas económicas a cambio de esas ayudas. No se fían de nosotros. Son los mismos que, cuando lo de la crisis del 2012, dijeron aquello de que aquí nos lo gastábamos en juergas y mujeres… bueno, de hecho dijeron otra cosa peor y más fea, pero nos fue suavizada por mor al feminismo, se pueden imaginar la grosería de los tulipanos estos…

            A pesar de que Sánchez ha ido a entrevistarse con Rutte, su primer ministro, a bajarse los humos y los calzones, el holandés errante no se ha movido un ápice de su posición inicial. Es el mastuerzo que se llevó un libro de Shekspeare a Bruselas, y, cuando le preguntaron, contestó que para no aburrirse, puesto que él no tenía nada que negociar sobre esto de las ayudas… Un tipo correoso. Imagínense que el tío va de su casa a su despacho de gobierno, y vuelve, en bicicleta. Hemos de reconocer que es lo que menos conviene a España, mal que nos pese. Pero es que, yo en su lugar, puede que actuara igual. Piensen: el país que más coches y chóferes oficiales tiene de toda Europa, pidiéndole perras a uno donde el mandamás va arreándole al pedal.

            Nos recomiendan también que trabajemos más y ociemos menos. Que aquí siempre estamos de santos patronos y festejadas por todo. En cuanto a lo primero, cuando les decimos que aquí somos los que más horas echamos por menos, nos contestan que no es cierto, que ser los que más tiempo están en sus puestos de trabajo no significa que trabajemos más, porque rendir, rendir, no se rinde más… Y en cuanto a lo segundo, pues, la verdad, seamos honestos, aquí encendemos el cohete de una fiesta con la colilla de la anterior. En cuanto a lo de producir… en fin. Somos unos de los países menos industrializados pero con el mayor número de bares de toda Europa. No hablemos del Informe sobre la Desigualdad y Pobreza reciente, del Relator de la ONU sobre España…

            Tampoco nos ayuda mucho el affaire destapado sobre nuestro rey emérito. Si uno de los monarcas, otrora más valorado del  mundo, por estar siempre en el tajo en defensa de los intereses de su país, vendiéndolo allá donde hubiera una pasta, también la buscaba para él, practicando el icónico deporte nacional de llevárselo crudo, qué no harán sus súbditos que puedan, aparte la evasión de impuestos que ya lleva implícita la de capitales…

            Que esta es otra, queridos… Un rey con una trayectoria impecable, apreciado por propios y extraños, de innegables logros, y que la haya cagado (con real perdón) al final, es una auténtica pena. Yo, como juancarlista convencido, que no como monárquico decidido, me he sentido frustrado, y triste, muy triste. Y ha hecho un daño inmenso a la institución de la Monarquía en general, y a su hijo, el Rey, en particular. Una verdadera pena…. Ahora este país, aparte los enormes problemas que tenemos, ha de encarar una crisis constitucional que, sin duda, traerá este tema, encendido por unos “republicanos” de nuevo cuño que no tienen ni puta idea de lo que dicen, ni de la historia que se afanan en falsear.

            De momento, Juan Carlos I debe dar un paso a un lado y desvincularse al máximo de la Casa Real, al fin de aislar a La Zarzuela de esta vergüenza sobrevenida. Felipe VI deberá actuar con la firmeza y frialdad de un cirujano, por doloroso que le resulte, desvinculando la Corona de la familia. Y el Gobierno habrá de tutelar, proteger y sancionar cualquier solución en ese sentido. No queda otra. Meter a España en una crisis constitucional de un posible cambio de régimen, sería una barbaridad enorme, y un suicidio…

            …Y no ayudaría, en absoluto, a ganarnos la confianza de nuestros ricos vecinos del ático. Ni mucho menos. Más bien, por lo contrario, debemos dar imagen de estabilidad en nuestras instituciones, y de savoir faire, que es lo que toca. Otra cosa es que nuestra clase política esté a la altura de las circunstancias. Los líderes de los partidos, que deberían dar ejemplo de sensatez y madurez democrática, demostrando unidad sin fisuras en estas graves cuestiones, son los auténticos peligros en este país, pues solo se saben la asignatura de la demagogia más burda y la desestabilización más soez. Y si al menos tuviesen un mínimo sentido de Estado. Pero no, ¡qué va!..

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

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