DIOS Y EL SEXO

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Atrevido título, a fé mía… no digamos por otras fés más retincentes. Pero no todos los dioses son iguales en cuestión de bragueta… Bueno, rectifico: no todas las doctrinas son iguales en cuestión de bragueta. Pueden cambiar doctrinas por religiones. También vale. Es que yo soy de la creencia que a los dioses los inventan las doctrinas, y no al contrario. Estoy absolutamente convencido que no hay más dioses que el Único y que nadie es profeta de lo suyo, por lo que a Él le importa un soberano bledo lo que ha creado sin más enmienda que su buen uso. Y que la cuestión de la bragueta es según qué profeta…

            Dicho esto, miren vuecencias el dios antecésor al cristiano, Jehová, que decía aquello de que “un hombre no está completo sin su esposa” y los animaba a aparearse, y a crecer y multiplicarse. Alá lo superaba, y aconsejaba al varón, no una, sino muchas esposas, que hay ingentes y están para eso. Hasta en el mismísimo paraíso se toca a mil por cada justo. Con Alá no se da abasto en lo de holgar en el hogar… Buda, sin embargo, primero aconsejó a sus clérigos “japos” que ni catarlo, para luego, después, como no se dejaban los jodíos amarillos, transigir y dejarlos matrimoniar si les place.

            Los dioses descendientes de aquel Jehová, en su rama cristiana (el de Alá igual viene del de acá), no se ponen muy de acuerdo de entredellos. Los anglosajones protestantes dejan que sus sotanillas se casen, y procreen, y se refocilen con sus santas en sagrada familia cuanto pluguen. El de ciertos rusos ortodoxos deja que se casen, pero que la cuiden porque, si se les muere y enviudan, ya no les deja mojar en otro plato. Hay que joerse… solo. También tenemos a nuestro dios católico, apostólico y romanólico, que ese no transige de ninguna de las maneras. Es un dios cerrado en banda, que ensotana a sus delegados exclusivos en una vestidura talar que es toda portiñuela, pero no permite ni uso ni menoscabo de la misma. Aunque luego, bueno… pasen las barbaridades que pasan debido a ello.

            Y el caso es que, hay que jorobarse, este dios de estos autollamados cristianos, o sea, el que nos corresponde por catastro y cultura, hace más de mil años, de los dos mil que lo llevamos puesto, no prohibía nada en absoluto. Se ve que andaba distraído, pero dejaba que sus curillas y obispos se casaran y tuvieran descendencia y formaran familia… Así que si ese dios es eterno, como todos los dioses, entonces es que ha cambiado de parecer.

            …O es lo que yo decía al principio, o sea, que es cosa de sus correveydiles, no de su dios. Porque hasta el siglo XII, sus sacerdotes se casaban, tenían hijos y herederos, y claro… ¡cha-cha-chan!, aquí está el busilis de la cuestión, que todo religioso y religiosa (también las monjicas) que poseían patrimonio familiar, en dinero o bienes raíces, al morir, todo iba a parar a la Iglesia… Y, naturalmente, entiéndanlo vuesas mercedes, si esta gente tiene familia e hijos, heredan ellos, no la Iglesia, así que aquí tienen vuecencias la virtud de la castidad: el interés material.

            Pero como Dios, el auténtico, el original y verdadero, el genuino y no inventado ni explicado, no es de este mundo, si no que  hizo este mundo, que no es igual, le importa un carajo las apetencias humanas en materia patrimonial y matrimonial, pues cuando se le ponga por santa montera manda un fin del mundo y a tomar por el saco… Así que, pues eso, que le dá igual que los hombres, por clérigos que sean, se refocilen con mujeres si ellas son consentidoras, o se enclaustren el pajarillo per sécula seculórum en sagrada jaula. Allá cada cual con sus íntimas entretelas.

            Por eso mismo digo, que no larguemos a ningún dios lo que es cosa de los hombres… y las mujeres, también las mujeres…

El próx. Viernes, 15/03, a las 10,30 h., en radio T.Pacheco, FM 87.7: 7, VEJEZ - Reflexionemos