¿DÓNDE SE ESCONDEN..?

 

 Resultado de imagen de los buenos catalanes

Un reciente sondeo de Metroscopia, muy traído al caso por cierto, arroja que un 63% de los catalanes considera que la convocatoria del Referéndum del 1-O, ni es válida, ni legal, ni sirve para nada, y creen que Puigdemont debería conseguir un arreglo pactado con el estado español y no provocar una ruptura unilateral que solo traería graves perjuicios para Cataluña. Bien. El 56% ve como óptima la salida de calcar, punto por punto, el modelo vasco, que tan buenos resultados les ha dado a los norteños… Y un 83% de los catalanes consideran que la pésima actuación de Rajoy ha reforzado el proceso independentista. En esto último coincidimos también el resto de los españoles, en el mismo porcentaje por lo menos...

            Pero la cuestión aquí es: ¿dónde está esa mayoría?, ¿por qué no se hace oír y sentir?, ¿por qué está escondida y callada?.. Ese incalificable temor (algunos dirán cobardía) a expresar tal disidencia frente a los menos – pero multitud – con gritos, amenazas, insultos y banderas, es lo que provoca el falso efecto de la falsa unanimidad secesionista. La Diada, a la que se ha convocado a lo más granado del fanatismo catalán, es un claro ejemplo. Lo que parece la totalidad de la sociedad catalana, apenas, en realidad, es una mínima parte, un pequeño porcentaje que se hace ver y oír sobre la inmensa mayoría del resto de los demás.

            Para el editor Aguilar, “es una mayoría silenciosa contra una minoría locuaz, fundamentalista y organizada”. Quizá una de las claves esté en lo último, en lo de la organización, en la disposición a ser manejada a la menor llamada. La inmensa mayoría, ni está organizada, ni se molesta en hacerlo tampoco. Es perezosa, silente, y se deja acobardar por los que más gritan. El médico y activista de la Sociedad Civil Catalana, Alex Ramos, sentencia que “la hegemonía del poder impone la espiral del silencio”. Es un juicio severo, pero real. Y grave. Efectivamente, hoy en Cataluña, desde su Govern se está imponiendo a la ciudadanía que es contraria a sus directrices unilaterales, la losa del silencio a través de las amenazas, los insultos y los chantajes…

            Es la magistrada Espinosa la que pone el dedo en la llaga cuando afirma que “no merece la pena movilizarse ante el peligro de ser estigmatizado”. Y me viene a la memoria aquello de que los responsables del nazismo no fueron los que lo impusieron, si no los que lo consintieron. Y cada vez veo más claro el paralelismo con el autogolpe de estado de Maduro, y como aquí los políticos catalanes extremistas han impulsado el suyo incumpliendo incluso sus propias leyes.

            Pero hay una vergonzosa diferencia. En el caso venezolano, esa gran mayoría secuestrada por la minoría mafiosa y violenta, está plantando cara valientemente en las calles, aún llevando las de perder. Y en el caso catalán, esa mayoría ni siquiera se ha manifestado, aún sabiendo que llevarían las de ganar. Para nada.

            En ese sondeo de Metroscopia con el que abro éste de hoy, se dice que solo el 38% es partidario de seguir a sangre y fuego con el actual proceso soberanista. Es justo la diferencia que cuadra el resto de porcentajes. Y es la tercera parte que achanta, acobarda y acoquina a los que son el doble que ellos, y a los que, por otro lado, tanto se les está echando en falta… Y los derechos de los ciudadanos de esas dos terceras partes son los que están pisoteando y birlando los ruidosos usurpadores de la auténtica democracia. Y encima, en nombre de una libertad a la que previamente han secuestrado.