DRAMA EN 3 ACTOS

           

 Aquel enfermo había entrado por urgencias en estado comatoso. Precisaba una trasfusión de sangre institucional antes de reconstruir su constitución, que la traía destrozada por su mal uso y su abuso. Y dada su crítica situación precisaba todos los recursos del departamento hospitalario en el momento de su ingreso. En su ficha rezaba un nombre, que quizá no fuese ni el suyo. O sí.  Respondía por País-ano, o un culo de país.

                El enfermo, de pronóstico reservado, fue pasado directamente a quirófanos, procediendo Regino, el enfermero encargado, a llamar inmediatamente al cirujano de planta, mariano, el cual dijo que para lo que le quedaba que estar en el convento de guardia, si no le renovaban el contrato, se cagaba en la garita, así que se iba a verlas venir a la cafetería enganchado a un asiático. Que llamasen al interino residente mientras se lo pensaba. Regino, asustado, llamó al mir, Pedro, para que viera de meter mano al comatoso.

                Éste, vió que para salvar el pellejo de aquel desgraciado iba a necesitar ayuda, puesto que sus medios eran limitados y el paciente tenía heridas de extrema gravedad que precisaban de más apoyo que el de su solo concurso… Así que dijo que sí al enfermero jefe y que haría consulta urgente de médicos, pues, aún sabiendo que no le salían las cuentas, a ver si, al menos, le valdrían los cuentos. Y no le salían porque con mariano no se hablaba, y los dos en prácticas, Pablo y Riberitas, el uno estaba ido y el otro sobrevenido.

                Así que primero hizo el ademán con mariano por aquello del que no digan, aún sabiendo que éste se iba a echar mano del botón de la chaqueta. Reginito, mientras tanto, se desesperaba viendo al Paisano más ceniciento a cada momento. Instó a Perico a moverse rápido, y éste mandó a por plasma y que llamaran rápido a Pablo…

                Llegó éste, y le dijo que él no metía bisturí si la sangre no se adquiría donde él dijera, que estaba comprometido con el mercado catalán de la deuda y con el gallego de la marea alta, entre otros con los que mantenía negosi… Además, exigió el puesto de controlador sanitario y vicealmirante de farmacia, y que al Riberitas lo quería fuera de todo, dejando a Pedro con la bata blanca puesta y en pelotas. Acudió luego el tal Riberitas, al trote, pero éste le dijo que él era un buen zagal y que si no hacía las paces con mariano que con él no contara, pues tampoco era cosa de prescindir de él, pues por muy aprovechado que fuera también podía ser provechoso… Además, alegaba, el Pablo no me puede ver ni en pintura, macho…

                ¡¡Que se nos vá, Pedro… se nos vá..!!, clama alarmado Regino, mientras hacía aspavientos mirando asustado a Patxi, el jefe de mantenimiento de quirófanos. “Yo solo puedo encender la luz ya… pero otra cosa…” se excusa compungido. Mientras tanto, Pedro sostenía el escalpelo ante un Pais/ano más muerto que cagado, mariano seguía en la cantina mirándose al espejo, Pablo se paseaba por los pasillos creyéndose Napoleón, y Riberitas hablaba de no sé qué con el perchero…