DUDAS Y CERTEZAS

Decía Antonio Machado que, a medida que se hacía mayor, tenía más dudas y menos certezas… A mí me pasa algo muy parecido: no es que tenga muchas dudas, sino que las que las pocas que tengo son más gordas que las demás. En cuanto a las certezas, también son pocas, pero sólidas… Al fin y al cabo, la duda es la luz del pensamiento, y, teniendo cuatro certezas importantes, se pueden tener cuatrocientas dudas irrelevantes.

Me preguntarán que, a cuento de qué me meto con esto y en tales berenjenales… Es que, últimamente, por cuenta de algunos de mis programas radiofónicos, me achaca alguno/alguna que hablo con tal convencimiento que parezco no tener dudas ningunas y solo certezas… o algo así. Y, aunque parezca que se me dice en tono alabatorio - que tampoco es que lo tenga yo muy seguro – me lo tomo a modo de afectuosa crítica. Y me siento obligado a matizar, o explicar, esa cuestión, ya que la creo importante. Aparte, claro, de que tal tema me resuelve el escrito de un día, y eso siempre se agradece, naturalmente…

Pero esto no es lo que parece”, como dicen en las malas películas americanas cuando a uno lo pillan en un descuido… Si en algo aparento depositar una certeza absoluta, es, precisamente, hija de la duda. De muchas dudas. Son dudas que generan otras dudas hasta cada vez tener menos dudas, ¿ustedes comprenden?. Al final, son las dudas las que generan la certeza, no al contrario. Al fin y al cabo, la duda es la causa, el motivo y el motor del pensamiento y del razonamiento… Muchos de mis artículos no dejan de ser opiniones sin pretensiones, sobre todo los del ámbito político, aunque siempre hay quiénes se lo toman como si afectara a su propio honor… Cosa que también ocurre con los de tema religioso, que casi que se me reta a duelo. Y es que política y religión se parecen mucho, tanto es así que ambos utilizan dogmas. Por eso parece que se toman como cosa personal, y hasta los hay que se ofenden…

Sin embargo, son a los que menos margen de meditación dedico. Para mí son más superficiales que para muchos, no siento ninguna pasión preferencial por ellos, y de ahí que no me preocupe mucho que determinadas personas se molesten, no sé si me explico… Hay otros, sin embargo, a opinión de muchos, más “de locos”, que sí reclaman más parte de mi atención que otros, y son en los que busco despejar dudas y llegar a certezas… Quizá ahí puedan percibir los que me siguen ciertas “seguridades” en mis planteamientos de “laboratorio mental”.

Hay un proverbio griego que dice que “quien más sabe, más duda”, y es lo que yo decía al principio de mi alegato, señoría: que unas dudas me amplían la visión, a la vez que me abren la puerta a otras dudas y me acercan a algunas certezas… Vivimos un tiempo, sobre todo en política, de convicciones absolutas, de mesianismos y salvapatrias, donde una duda se considera una debilidad; un tiempo en que la gente se mueve más por eslóganes que por pensamientos, y en el que la convicción se confunde con el inmovilismo; un tiempo de certezas iluminadas y de seguidores interesados… Son tiempos de Flautistas de Hammelin… No es casual la abundancia de fundamentalismos que tan solo buscan fanatizar a la mayor parte de gente… Y los que menos dudas dicen tener son de los que yo más dudo…

Aristóteles aseguraba: “la duda es la puerta de la sabiduría”, pero, hablando de sanas dudas, también dudo de la rotundidez de esa frase. Es muy simple: yo tengo más dudas que nadie en el mundo y no he alcanzado la tal sabiduría. Ni por allá pasó… A mí me parece más que, a más dudas, mayor posibilidad de adquirir sabiduría, pero nada más. Que siempre estamos en un camino con meta pero sin llegada…

Hablando de lo que decía Machado al principio… o mejor expresado, de lo que decía Machado en su Juan de Mairena, hay un pasaje que nos retrata de manera magistral. Permítanme citarlo textualmente: “En España no se dialoga, porque nadie pregunta, como no sea para responderse a sí mismo… todos queremos estar de vuelta de todo sin haber ido a ninguna parte. Somos esencialmente paletos”…

Así es, en efecto. Aquí, o bien se niega en redondo, o se pontifica, pero nunca, jamás, se dialoga… Muchas, muchas veces, esos que me leen y hacen muy bien en mantener activa y despierta mi conciencia, en esos programas de radio, apelan a menudo a que promueva charlas, conferencias, mesas redondas… Yo siempre contesto que no puede haber oferta sin demanda previa, pero en el fondo de mis dudas respira la incerteza de que los diálogos se conviertan en rechazos, odios, rivalidades y espíritus vengativos más que combativos. Miren ustedes las redes: hay gente que están ahí, no para aportar, ni siquiera para opinar, si no solo para negar, insultar, atacar y destruir… Si yo tengo una certeza de algo, esa certeza es mía, no de los demás. Yo hago mi oferta, pero que cada cual se busque la suya donde pueda encontrarla, eso sí: sin un solo prejuicio… es que si no, no vale.

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