DUDAS
- Por miguel-galindo
- El 14/10/2016
¿Y tú no tienes ninguna duda?, me pregunta uno… - Muchas, le respondo, tantas que dudo hasta de mí mismo. – Pues no lo parece, contraataca… - Tengo todas las dudas del mundo, le aclaro, menos una sola: que estoy seguro que jamás conoceré el resultado de las opciones que descarto, pues siempre, siempre, me quedará la duda.
El dudar es de humanos, el no dudar es de tontos, y quizá… atributo de los dioses, y no quiero decir con esto que los dioses sean tontos. Lo que pasa es que la auténtica libertad de elección (y no deseo con esto validar la estupidez nacionalista, el derecho a elegir) es saber elegir bien entre la maraña de nuestra decisiones, basándonos en las herramientas racionales de conocimiento que disponemos. Solo eso. Nada más que usar la facultad de pensar.
Pero reconocer la duda no quiere decir, ni mucho menos, que tengamos que vivir entregados a ella. Nos podría pasar como al asno de Buridán, que, ante un balde con agua y otro con forraje, no supo elegir entre empezar por comer o por beber, y murió de hambre y de sed sin haberse decidido por ninguna de las dos opciones. Como diría un amigo mío, dudar es bueno, pero puede ser peor…
Ya nos estás liando, pensarán algunos alguienes… Pero, al final, las dudas… ¿son buenas, o malas?.. Ambas cosas. Son buenas, porque nos ayudan a parar y recapacitar, y nos obligan a elegir, y de ahí aprendemos tanto de nuestros aciertos como de nuestros errores, si me apuran, más de los segundos que de los primeros. Y son malas, solo si nos paralizamos ante ellas. Para mí son potencialmente peligrosos tanto el que toma una decisión sin echarle una sola pensada, como el que se recorre una docena de papelerías para comprarse un lápiz.
Yo estoy seguro de que no estoy seguro de nada. Y me asustan las fés ciegas e inamovibles. Muchísimo. Es posible que, para algunas personas, aparente firmeza y seguridad en mis juicios, pero es una paradoja. Lo que no admito, porque me espanta, es lo de que “el mundo es como es”, o lo de la “sociedad, como está así como está…”, o lo de “las cosas son como son”, porque me acojona ese absolutismo ignorante, ciego e irresponsable, y yo prefiero todo lo relativo. El mundo, la sociedad, las cosas, son mejorables y empeorables, según nuestra acción, elección y voluntad… o dejadez, y me niego a dar por fijo y cierto lo que es dudoso y cambiable. Mucho más, cuando es de nuestra total y absoluta responsabilidad… o irresponsabilidad, claro…
… Por ejemplo. Y entre quedarme parado y conformarme con ello, dudando entre el agua y el forraje, prefiero elegir por empezar con alguna de ambas opciones, aunque me equivoque… y seguro que me equivoco. Porque una de esas dos opciones es vocear, denunciar, proclamar… y eso no se perdona, o se perdona poco, porque todos nos sentimos responsables de lo que se dice o de lo que se escucha. Y si nos sentimos, es porque, aún en una parte, lo somos. Aunque dudemos de eso. Al fín y al cabo, estamos en nuestro derecho…