EL BUEN AMIGO...

  

Tengo un buen y antiguo amigo, al que nadie de mi entorno conoce. De vez en cuando recibo un escueto e-mail suyo, y muy de vez en cuando se pasa por aquí, tomamos un café y charlamos un rato… Discretamente. Aparece como las aguas del Guadiana, y se marcha entre el silencio del tiempo que pasa. Sin avisar ni hacer ruido, como si no hubiera estado. Es una amistad residual de una época lejana igual de residual, en la que yo me buscaba a mí mismo. Pero que me visita, cada vez, eso sí, más esporádicamente. Y que se despide siempre del mismo modo, y con las mismas palabras: “No puedes evitar ser lo que no quisiste ser… Y además, nunca dejarás de serlo…”.

                Siempre me deja alguna perla. La última y más reciente es “nunca vayas más deprisa que el viento que te empuja”. Él me sigue, o eso dice al menos. Y jamás juzga ni los contenidos ni el continente que los abarca, pero saca sus conclusiones… ¿Es cierto que corro más que el viento que me lleva?.. Solo los que tienen el vicio de leerme, el displacer de seguirme, podrían saberlo, pues el análisis ajeno siempre es más objetivo que la subjetividad del autoanálisis.

                Pero me deja pensativo, naturalmente… ¿eso es bueno, o es malo… es una virtud o un defecto, un halago o una advertencia?.. ¿acaso un simple consejo?.. No lo sé, porque siempre dice que nada de eso tiene nunca ninguna importancia, que eso siempre es circunstancial, que es lo de menos… y nunca lo aclara del todo. Pero sí sé de sus intenciones, y que, tras sus breves visitas, me quedo tranquilo, y en paz conmigo mismo, aceptándome como normalmente no suelo hacerlo. Y esto es un reconocimiento, más que un sentimiento.

                Ignoro incluso si alguien entenderá lo que hoy quiero compartir y transmitir aquí, en esta especie de absurdo diario que son mis crónicas. No sé si alguno lo comprenderá. Pero sí deseo dejar claro que las opciones a practicar y ampliar el librepensamiento siguen abiertas, y siempre lo estarán… Lo único es saber quiénes, cómo, dónde, y cuándo… ¡se ha intentado tantas veces ya..!

                Hace algún tiempo, un espíritu inquieto de por aquí, me abordó y me dijo que “le había ayudado a ampliar la visión de las cosas, a pensar de otra forma, más libremente…”. Eso es bueno, y escucharlo es agradable, y se siente uno reconfortado. Pero hay algo mejor que lograrlo – creo que le contesté – y es compartirlo. La cuestión es que conseguir algo, adquirir un valor por modesto que éste sea, sin poder extenderlo a los demás, resulta desalentador. Y frustrante, muy frustrante…

                …Lo que pasa, como diría este amigo mío con el que empiezo y termino mi crónica de hoy, no es que el olmo no pueda dar peras, no es eso, no… es que hay muchos olmedales y muy pocos perales.