EL ENCARGO
- Por miguel-galindo
- El 31/03/2016
Dice William Shakespeare por boca de Malvolio en Noche de Reyes, que “los hay que nacen con grandeza, otros se hacen grandes ellos mismos, y a muchos le grandeza se les viene encima”… No cabe la menor duda que, cuando Rajoy dio la“espantá” ante el rey para formar gobierno, y el monarca posó su real dedo en el siguiente de la lista, a Pedro Sánchez también se le vino la grandeza encima.
Y casi que estuvo a punto de ser aplastado por esa grandeza que se le vino encima. De hecho, aún lo está, todavía corre ese riesgo, y hay eventuales aliados que quieren darle el empujoncico final para que así sea. Podemos casi decir que a Sánchez la viene grande esa grandeza, no sé si me explico… Es tal su deseo de gobernar, que patina desde el extremismo enfermizo de una izquierda alucinada al pragmatismo centrado de una derecha ecléctica, y no es que mire lo que puede servir mejor al país, si no lo que puede servir mejor a sus posaderas…
De momento no gana posiciones, pero sí que gana tiempo. El que su partido retrase el Congreso le permite un par de cosas, al menos: más margen para intentar un arreglo entre la madeja en que se debate, y aplazar el pulso, más o menos inevitable, con Susana Díaz por el timón del PSOE. Es algo así como un voto de confianza a plazo fijo. Como un toque de atención tipo te amplio el plazo de rendir cuentas, pero te aviso que tengo tu repuesto a punto.
Así que Pedro empieza a soltar guiños a diestra (Ciudadanos) y siniestra (Podemos) a riesgo de quedarse bizco si no ciego, para ver de lograr la cuadratura de un círculo imposible de cuadrar. Y es imposible por una doble razón que se convierte en única razón, y es que ambas formaciones son de naturaleza incompatible. Y así mismo lo han establecido ambas por activa, por pasiva y por separado. Y a pesar de que ha llegado incluso a ofrecerles la posibilidad – mayor burrada no la hay – de compartir ministerios con ambos, llegado el hipotético caso, aún produciéndose semejante milagro contra natura, el resultado sería catastrófico para este país. Y él lo sabe, aunque su bizquera no le permite admitirlo.
La otra opción es un acuerdo de mínimos con el PP… Negociar un lassaiz fair que permita el menor de los males y el mayor de los bienes para ese mismo país. Lo que pasa es que el enfrentamiento personal e irracional entre ambos líderes, y el estatuísmo de Mariano Rajoy, hace imposible el mínimo entendimiento. La aversión mutua es manifiesta, y los populares están tan ciegos en su soberbia que no ven la salida que le permite sumarse al pacto ya acordado entre Psoe y Ciudadanos, en vez de querer ser el capitoste al que los demás deben rendir pleitesía, aún y a pesar de haber perdido, sí, perdido, la mayoría absoluta de votos en la confianza de los españoles.
It ist the question, que también diría el Willy del principio. La grandeza del encargo puede venirle grande a la pequeñez del encargado. Es muy cierto. Pero también puede morir aplastado por esa grandeza, o que le explote la tal grandeza en las narices y le desfigure su falso rostro de guapo. O que se la coma y le explote dentro, que aún sería peor, porque iba a convertir a su partido en un puesto de casquería fina… Por nadie pase.