EL FENÓMENO VOX

Los de Vox, para hacer la campaña electoral de Castilla-León, se han enfundado sus gorras cortijeras, sus fachitirantes y su pana de señorito, que tan buenos resultados suele darle… Naturalmente, enseguida las redes han empezado a funcionar y a ponerlos como hoja de perejil, por la imagen, inequívocamente fascistal al más puro estilo “Novechento”, entre patética y ridícula, que suelen causar… Pues vale. A lo mejor estamos equivocados, y eso es lo que quieren porque eso es precisamente lo que les procura votos, y no pocos… ¿Qué no?. Acuérdense en las primeras, con Abascal montado a caballo en plan Santiago y cierra España, en la fiel imagen de señorito andaluz prepotente sin haber dado un golpe en su vida (la pura verdad, por cierto) y los réditos que les produjo: doce escaños de una tacada.

El caso curioso es que la publicidad que se procuran, sea positiva o negativa, toda les engorda sus caudales de votos. Y ellos lo saben, y lo explotan. Lo de las elecciones de 2.018 fue como una autoparodia lamentable, sí, pero ahí están los resultados. Entonces, muchos aseguraron que los chistes los habían puesto en el foco porque supieron captar una atención exagerada, aún inmerecida. Bueno, vale, pué ser, pero lo cierto, la verdad, es que por cada “meme” surgido contra Vox, también surgen 50.000 votos pro Vox… Así fueron las cuentas, compruébenlo ustedes mismos, si quieren.

Pero si lo piensan y analizan, esto mismo, exactamente, ocurrió con el bufón de Dónald Trump en los EE.UU. of América, y con aquel siniestro Jaïl Bolsonaro en el Brasil of Sudamérica… Algo parecido ocurrió en aquel “Caiga quién caiga” de aquel Pablo Carbonel, que personó al punto del ridículo a la entonces ministra de cultura, Esperanza Aguirre, por su manifiesta incultura, y miren hasta dónde llegó la doña… Así que el coordinador general de las izquierdas unidas, ya hace la friolera de 20 años, Pascual Llamazares, no sé si se acuerdan, exigía, muy enfadado, salir en aquellas “Noticias del Guiñol” que se daban entonces, porque, decía muy serio, y muy en serio, que “todos debemos tener voz en los medios públicos y privados”. Aunque fuera en el telediario de los Teleñecos. Eso importaba bien poco. Lo que merecía la pena era salir, aunque fuera de cagaliendres.

Decía el sociólogo Christie Davis, creo recordar, que “los chistes son un termómetro, pero no un termostato”, esto es, indican lo que está ocurriendo en ese momento, pero no si pueden cambiarlo. Y lo que ocurre, ni más ni menos, es que estos populistas quieren llamar la atención con sus estudiadas astracanadas… Y esto, en cierta forma, me sirve, me vale. Otra cosa es que luego se refleje en las urnas en forma de rotunda aprobación…

Es un debate éste, interesante, sí, es verdad, pero para el que no tengo respuesta alguna. Lo confieso. Este partido, lo estamos comprobando, anda buscando la burla y el chiste fácil en las redes de manera descarada, subiendo cada vez más vídeos y declaraciones delirantes, y revestidos con el pelo de la más rancia dehesa… Tanto, comenta el columnista Jaime Rubio, “que, si de una de sus boinas colgara la etiqueta con el precio, seria muy difícil convencerme de que ha sido un desliz, y no parte de su estrategia de comunicación”…

La cuestión (y no es moco de pavo) está en el por qué la ciudadanía votante prefiere empeñar su papeleta en las formaciones políticas de este jaez, y en las cataduras de tipos que utilizan tan burda y estrambótica demagogia… Ahí tienen, como otro temible y terrible ejemplo de caricatura humana, el prémier británico, Johnson, con sus escándalos, su patética política, y su pobre y escasa valía personal… Para mí, personalmente, claro, es todo un misterio el por qué esta gente obtiene el favor, y el ciego y fiero seguimiento, de una mayoría de ciudadanos…

Lo que es cierto, es que estas formaciones políticas, estos tipos, no engañan; no se disfrazan de nada; van revestidos de sí mismos; a nadie timan ni confunden… Se les elige por lo que son y por lo que demuestran. Si luego, después, ocurre lo que estamos viendo en los casos foráneos a nuestro país; ni tenemos conciencia histórica de lo que, y cómo, provocó la venida de Hitler y el nazismo en Europa, entonces es que Hanna Ahrendt tiene toda la razón del mundo en su libro “La Banalidad del Mal”. Leámoslo. A lo mejor nos enseña algo…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com