EL GRAN EMBUSTE
- Por miguel-galindo
- El 22/07/2019
Durante la Transición famosa, donde, con el fin de buscar un consenso generoso, se concedió demasiado a los que no lo merecían – y así lo han demostrado después sobradamente – muchos políticos del País Vasco y Cataluña, y en menor medida los gallegos, dieron por denominar a sus comunidades autónomas como “históricas”, a fin de querer demostrar su larga vida. Vale, no digo yo que no. Pero lo que ya se conocen (y nadie se lo cuestiona a estas alturas) como “comunidades históricas”, en realidad son mucho menos históricas que muchas de las otras que quedaron fuera de tan selecto club… Pero, claro, ahora hay que justificar sus privilegios para con esas tales, y se quiere hacer desde esa misma falsedad de historicidad.
Sirva como ejemplo, aunque resulte incompleto para reflejar la complejidad de la historia, pero sí que resulta tremendamente ilustrativo, que mientras la enseña de Galicia, o del País Vasco, no digamos de Catalunya, datan del siglo XIX, las de Aragón, o Navarra, o Castilla y León, entre otras, son anteriores al siglo XIV… O sea, unas comunidades, mucho, muchísimo, más “históricas”, si a eso vamos, que las que pasan por ser “las” históricas de este país de comunidades.
De hecho, en el escudo nacional, que es el del primer concepto de España como reunión de reinos primigenios, solo aparecen siete, no diecisiete, que es la chapuza que hemos hecho de la auténtica historia… Incluso, si nos fijamos bien, la más reivindicativa de ellas, Cataluña, no está entre esas siete. Sencillamente porque no existía. Su territorio formaba parte del Reino de Aragón. Así de simple. Lo demás es un montaje marrullero, esto es, un desmontaje de la propia y verdadera historia. De la auténtica.
Es como el atroz latrocinio histórico que el País Vasco desea perpetuar con Navarra, que quiere incluirla en una autonomía inventada después, ya que, de hecho, esa autonomía inventada después formaba parte del propio Reino de Navarra. O sea, todo lo contrario. En pocas palabras, se quiere volver la historia del revés. Subvirtiendo la secuencia de cómo y cuándo sucedieron tales hechos históricos.
Pero nadie, ningún político de ningún gobierno ni de ningún partido dice ni pío de esta flagrante estafa histórica, ya que tanto ponemos el falso apellido de “históricas” a las que más chupan, maman y medran del resto. Todos, todos, absolutamente todos, son cómplices de este gran embuste, de esta gigantesca mentira… Y nadie, ningún español de ninguna laya ni condición (métanse historiadores, profesores y ciudadanos) ha pegado un jodido puñetazo en la mesa con ningún ¡basta ya!…
Mas este ¡ya está bien!, no puede salir de gente donde la ignorancia de la costumbre aplasta su cultura. De tanto decir y repetir, nombrar y renombrar, la jaculatoria de “comunidades históricas” hemos terminado por aceptar la sutil manipulación, hemos acabado por creernos la no menos sutil mentira. Porque aquí nadie le discute su historicidad, pero están pasando como las únicas “históricas”, con ese “las” que las incluye a ellas solas. Y eso es una enorme manipulación y un gran embuste.
Si en este país queremos basarnos en la equidad y la justicia, habremos de empezar por desmontar todo lo que es falso… que es mucho.
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