EL MEJOR REGALO

(de Atlántic)

 

Andrés, un muy buen, viejo y querido amigo, me envia un vídeo que no tiene desperdicio. Es de un médico y cirujano, Dr. Manuel Sans Segarra, toda una eminencia científica y humanística… “El contenido lo conoces de sobra – me dice – pero me parece importante por las aportaciones”. Y tanto. El vídeo es largo, de al menos una hora, y obedece a una entrevista en la que se trata de manera magistral todo lo que yo he venido diciendo y escribiendo torpemente a lo largo de mucho tiempo, en materia evolutiva, experiencial, espiritual y científica. Dios, el mundo y el hombre, el Big Bang… Incluso basando todo y explicándolo desde la propia física quántica, con la que, de forma tan inexperta como cansina, yo he llegado a darles la lata.

Que un personaje de esta talla y conocimientos (quien desee la tal grabación que no dude en pedírmela) en sus inapelables demostraciones científicas y filosóficas, y a lo largo de su extensa exposición, me confirme en todos y cada uno de los puntos de lo que ha venido a ser mi muy laboriosa creencia, la verdad es que solo puedo sentir gratitud por sus valiosas confirmaciones… El que ambos, en nuestra muy inmensa diferencia de preparación, coincidamos en la misma fe, demuestra que el conocimiento es uno solo y único; que no es propiedad de nadie, pero es patrimonio de todos; y que es una verdad universal y holística innegable, por mucho que nos empeñemos en ignorarla.

Cuando mi amigo me envió tan inconmensurable regalo, y tras oírlo, lo primero que se me vino al magín fue la posibilidad de que algún “manitas” informático pudiera prepararlo para proyectarlo en pantalla y llenar un salón de escuchantes. Es de tal interés su contenido, que me parece un pecado de lesa gravedad el no compartirlo con los demás. El conocimiento que traslada es de tal importancia que supone una responsabilidad conciencial el no ofrecerlo abierta y gratuitamente a todo el mundo… Sin embargo, luego, tras el “subidón”, me pregunto a mí mismo sobre mi propia fantasmagoría: ¿quién se interesa por esto?.. ¿cuántos acudirían a la invitación?, ¿cuáles son los que responderían a la llamada?..

Y me viene aquella cita evangélica de que “muchos son los llamados, pero pocos los que responden (escogidos)”, y no quisiera ponerme en plan catecísmico. Pero es que mi “ilusionalidad”, de iluso, me lleva a hacer ilusionismo. Las verdades transcendentes no venden. Venden otras cosas: festivales, fiestas, puentes, celebraciones, terraceos y amogollonamientos varios. Hacemos muchas salidas, incluso de nosotros mismos, pero ninguna entrada en nosotros mismos. Huimos de lo que en verdad somos, y nos dá miedo buscarnos, no sea que nos encontremos… Y, sin embargo, es justo lo que se ofrece, esto es, lo contrario a lo que se hace. Y a lo que se hace se le pone el disfraz de ”cultura”, cuando, en realidad, es la peor clase de ignorancia.

Por eso dudo… aunque pongámosle el “casi” por delante al “estoy seguro”, no vaya a ser que me dejen por embustero (eso me haría feliz) que tal iniciativa imaginada prosperara. Ni siquiera a instancias de la “cultura oficial institucional”, de la que se sacan una buena parte de sueldos. Ya saben: patronatos, y todo eso. No, ni hablar. Esos son dineros y medios para administrar actos tradicionales, oficiales y festivos; para conservar la cultura de la tradición, no para fomentar la tradición de la cultura.

…Y sin embargo, qué cosas!, y qué triste!, el conocimiento que regala el Dr. Sans es el más tradicional, genuíno, verdadero y auténtico que existe en todo el mundo mundial y de todos los tiempos en general. No existe en la creación tradición más tradicional que esa, ni tampoco en la Historia… aunque, eso sí, es una tradición traicionada por todos y cada uno de nosotros mismos… Hablamos de tradición, y la adoramos, veneramos y reverenciamos, cuando, en la mayoría – yo diría en la totalidad – de las veces, lo que se hace es falsear, prostituir y manipular la transcendencia de la verdad, de lo que nunca, jamás, cambia. Ciertamente, celebramos lo contrario a lo que proclamamos.

Cuando Jesús dijo “el que me quiera seguir tendrá que negarse a sí mismo”; o el “abandónalo todo y sígueme”; o el “no puedes seguir a dos señores”; o el “tendríais que nacer de nuevo”, se estaba refiriendo justamente a esto de lo que hablo, y no a las torpes por interesadas interpretaciones de las Iglesias, que también quieren deformar una verdad que nos haría libre a todos y a ellas inútiles e inoperantes… Estaba diciendo que para vivir la verdad había que negar todo lo ajeno a nosotros; que había que dejar toda enseñanza falsa atrás; que no se puede elegir a la vez al conocimiento y a la ignorancia; que debemos nacer de nuevo “en” y “de” nosotros mismos. Renacer y renovarse es lo mismo.

A Cristo, claro, lo callaron, y de su mensaje liberatorio hicieron una religión-prisión… Usaron sus mismas verdades para forjar cadenas (dogmas), y las utilizaron para fundir ritos, mitos, creencias, tradiciones manipuladas… El hombre es prisionero de sí mismo, y aún no se ha dado cuenta que está alimentando al propio dragón que lo mantiene cautivo. Pero como que (también es de Jesucristo) “no hay peor ciego que el que no quiere ver, ni peor sordo que el que no quiere escuchar”, pues nos aferramos a nuestros tótems y falsos ídolos, huimos de la luz y nos envolvemos con la oscuridad.

Las religiones han logrado que el ser humano sea carcelero de sí mismo, a fin de que le sea imposible huir de sí mismo. Los miles de millones de fieles y seguidores ciegos que nada cuestionan y todo aceptan, así lo demuestra. Nada hay que mejor lo pueda explicar que el monopolio mental y el secuestro intelectual de las personas. Ellos mismos son los sicarios de sí mismos… Sin embargo, la ciencia y la conciencia, y la consecuencia, formarán la nueva consciencia… Pruebe a oír al Dr. Sans, si se atreve, naturalmente.

Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com