EL MONO
- Por miguel-galindo
- El 25/09/2020
Les voy a contar un caso real, sacado de los muchos esperpénticos que se están dando en esta época crítica – II oleada – de pandemia coronavírica: un matrimonio cuya unidad familiar son ellos dos solos, uno es diagnosticado positivo y el otro negativo. Se impone pues el aislamiento exterior para ambos, y un aislamiento interior el uno del otro, a fin de que el positivo no contagie al negativo, con todas las precauciones del caso. Bien hasta aquí… Cumplidos catorce días, el positivo, que por complicaciones ajenas se ha tenido que someter a un episodio hospitalario, incidiendo la protocolaria prueba (aún por segunda vez) del PCR, que prosigue en positivo, al final se le da el alta y se le manda a casa. Al par de días, al positivo se le quita su confinamiento, y al negativo se le prolonga diez días más…(¿?).
Explicaciones dadas ante tan extraño proceder: al positivo se le libera de su confinamiento, porque se supone que el haber dado positivo de segundas no quiere decir que tenga capacidad para infectar, que puede ser debido a los recientes anticuerpos adquiridos, pero se le niega la prueba de confirmación de ello. En cuanto al negativo, se le reaísla de nuevo porque se considera que bien puede haber sido infectado por el positivo en sus últimos días de tal posibilidad. O sea, dos razonamientos opuestos y contradictorios en sí mismos y en cada caso. Y ambos, encima, basados en suposiciones, en consideraciones, aún contrarias la una a la otra…
Primero: ¿para qué forzar a un aislamiento estricto entre ellos, si luego se va a suponer un contagio entre ambos?.. Segundo, ¿de qué sirve hacer una segunda prueba de un positivo si dos días después se descarta porque se dice que, en teoría, deja de serlo?.. Tercero, si es por ahorro, ¿por qué no cambiar el segundo Pcr por la prueba de los anticuerpos?.. Cuarto, ¿por qué dos criterios distintos en el mismo caso y persona, tanto para su alta como para el nuevo aislamiento de su pareja?.. y aún podríamos seguir añadiendo. Cuánto mejor no sería la transparencia, y una información previa y cabal del tipo: miren ustedes, si tienen capacidad y disposición, y posibilidad, de aislarse uno del oro, ambos serán dados de alta de su confinamiento al mismo tiempo, y si no les fuera posible hacerlo bien, el negativo tendrá que quedarse en casa diez días más por si las moscas… y santas pascuas aunque sin alegrías.
Y es que yo creo que las normas no son de donde debieran, si no de donde les interesa… a los políticos, claro, y que son criterios políticos y no médicos, los que rigen un día y al siguiente los cambian por otros. Lo lógico, lo natural, el sentido común, dicta que las normas las dicten los médicos, la ciencia, los profesionales, y los políticos que las sancionen y las apliquen, pero no que las filtren por el tamiz de sus intereses, en este caso, espurios intereses. Y creo que no me equivoco al decir que no es así como se están haciendo las cosas. Por eso pasa lo que pasa, y sale lo que sale, como lo de las barras de los bares, y tantas otras medidas que se contradicen y chocan entre ellas. Esto es como el camarote de los hermanos Marx…
Es el famoso Comité de Expertos, compadre mío de mi alma… Antes, al principio, puede que tragáramos con la metáfora, pero ahora, en la distancia, es difícil pasar la bola, pues son demasiadas meteduras de pata, demasiados errores, demasiados donde dije digo ahora digo Diego… Es como si se levantaran por las mañanas y se preguntaran: ¿a ver, hoy qué hacemos y qué deshacemos de lo que hicimos ayer?.. y se ponen a dictar y desdictar normas. Yo siempre repito la misma anécdota, y suelo decir que el que dicta el menú del día en realidad es el mono del Güguenheim, no sé si se acordarán ustedes…
…De aquel experimento psico-sociológico (se hacen muchos de ellos) mostrando como cabecera de exposición una enorme tela con estallidos de brillantes colores y “expansivas degradaciones estratégicamente situadas”, cito una de las críticas cosechadas, “…e inteligentes y proporcionadas manchas que provocan una sensación plena.”.. etc, etc. Y que provocó encendidas y sesudas admiraciones de entendidos y expertos que rumian por estos pastos… Y que, un discreto tiempo después, se dio a conocer que se había dispuesto una gran sala tapizada de lienzo y con cubos de óleo de diferentes colores situados en su perímetro, y encerrando a un mono durante ocho horas en solitario con todo ello. La obra aquella fue su resultado.
Así que, cuando leo y veo casos como el que explico hoy aquí, a mí se me escapa lo de que “esto lo ha dictado el mono del Güguenheim”. Me resulta inevitable… Pero no se lo achaquen, por favor, al sector sanitario, pues ellos, fallos de oficio aparte, son mucho más coherentes que los otros. Si les aprieta un poco, acabarán por decirle lo que ya sabemos: que estos protocolos vienen dictados e impuestos de arriba, de la Consejería o del Ministerio de turno, y que ellos están obligados a aplicarlos… Y es que el mono está en los altos puestos, amigo mío…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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