EL OCASO

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Yo no sé si estaré equivocado en mis apreciaciones. Puede que sí, y, aunque no lo crean, me gustaría mucho estarlo. Pero lo que observo es un derrumbe total de una cultura, una civilización, unos valores, apenas apuntalados aún por la resistencia de algunos de esos mismos valores en algunos organismos aún, en algunas pocas organizaciones. Estamos asistiendo a unos hechos que, de habérmelos dicho alguien hace tres o cuatro décadas, sin lugar a dudas que le hubiera tachado de loco.

            Tenemos un megalómano electo y erecto en el aún país más poderoso del mundo, un tal Trump, que viene a la cumbre de Davos y se permite reafirmarse en lo de “su EE.UU primero”, añadiendo “…pero los demás podéis ir detrás”, y no se le abuchea, ni en su país se le echa con cajas destempladas, ni… en fin… O un zar despótico y nepótico a las puertas de Europa, un tal Putin, reprimiendo protestas con violencia, encarcelando a sus opositores, manipulando leyes y escupiendo a la democracia… y no pasa nada.

            Como tenemos otro Putin igual en Venezuela, un tal Maduro, que está calcando al ruso en todas y cada una de sus fechorías y manipulaciones, aparte de insultar con su boca llena de mierda a los países que se le oponen… y tampoco pasa nada. Tenemos dentro de la propia UE – esto ya no es ni grave, es gravísimo – países como Polonia, que está secuestrando las garantías judiciales y de derecho, o Hungría, metiendo en contenedores a miles de refugiados y cargándose los derechos humanos… y nadie alza la voz ni dice nada. Como tenemos de nuevo esa amenaza nazi en muchos de esos, y estos, países europeos, medrando y al amparo de unos equivocados derechos humanos que se les niegan a los verdaderamente necesitados de ellos… y no passssa ná.

            Como ese Puigdemont, cuyos únicos aliados europeos son esa misma escoria de la más extrema y dañina derecha, y toda la hez de los separatismos fachas del continente, el fascismo más abyecto, mientras, por otro lado, sus socios políticos, son aparentemente todo lo contrario, la izquierda más extrema, postiza y de pandereta, de este país. Y, encima lo hace enarbolando la bandera de la democracia, “su” democracia, manipulándola, riéndose de ella y ensuciándola, e insultando a España y Europa por no dejarse envolver en tamaña falsedad y mentira. Y cuela. Y todo vale. Y no pasa tampoco nada.

            Y así podríamos seguir poniendo más ejemplos, que haberlos, háylos y sobráylos… Pero lo más preocupante de todo, lo más peligroso y espantoso, es que todas estas barbaridades están ocurriendo gracias a los votos de los ciudadanos. Lo peor es que todas estas burradas las estamos entronizando la ciudadanía a través del propio sistema democrático. Que estamos amparando y aupando unos Caballos de Troya que destruirán a la democracia desde dentro, hasta convertirla en un remedo tipo Maduro o modelo Putin, donde los nuevos Hitlers harán su rol asignado. Y su papel liquidador en el teatro del  mundo, que es el de los nuevos bárbaros, es el mismo que el de los antiguos: los encargados de acabar con una civilización caduca, una cultura enferma, una sociedad sin valores… para que venga otra nueva que ocupe su lugar en la historia.