EL PECADO Y EL PESCADO

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España es una potencia en pesca. Desde hace mucho, mucho tiempo. Es lógico y normal. Nuestro país es pura costa. Todo él linda con el mar. Lo natural es que la pesca sea vital en nuestra industria, nuestro comercio, además de nuestra alimentación. De hecho, incluso tenemos una buena parte de las aguas jurisdiccionales de nuestros vecinos marroquíes para mantener nuestra flota del Mediterráneo. Verdaderamente, entre el favor que nos hacen con dejarnos laborar en sus aguas y la mano que nos echan haciendo de porteros bordes de nuestra discoteca (tema inmigración) la deuda se agranda año por año. No nos extrañe entonces ciertas licencias y vistas gordas, ya me entienden usías…

 

            Pero es de la pesca de lo que les quería hablar hoy. Somos fuertes en pesca de altura, pesca de bajura y pesca de basura… El mismo Mediterráneo no es solo un saturado cementerio de seres humanos, inmigrados, es también un absoluto estercolero. Tan solo el pasado año, los pescadores mediterráneos españoles han “pescado”, junto a los peces, 140 millones de toneladas de basura y residuos tóxicos. Eso es mucho. En realidad, muchísimo, demasiado, vamos… Ellos depositan en contenedores junto a sus puertos, con la mayor discreción… e incluso dignidad, añado yo, posibles. No es muy bueno para el negocio esto, no. Y hay que vivir, de lo que han vivido toda la vida. Máxime cuando ya la OMS – Organización Mundial de la Salud – ha lanzado un aviso a navegantes un tanto preocupante: que el pescado está empezando a ser uno de los alimentos con mayor índice de contaminación dentro de la cadena alimentaria. Mal asunto…

 

            Aquí mismo, al lado, en la comunidad valenciana, en el puerto de Denia, los barcos de arrastre que atracan, junto a las gallinetas, escorpas, sardinas o langostas que van a la lonja, extraen bidones, botes de pintura, plásticos, neumáticos, envases de todo tipo y condición, que separan de la pesca en un triaje de entre comida e inmundicia. El presidente de su cofradía de pescadores cifra en 70.000 kilos de residuos la parte extraída por su actividad en lo que va de año. Y Denia es uno de los 37 puertos pesqueros afectados, si bien que uno de los pocos a los que no les importa denunciarlo y hacerlo público a fin de concienciar a la gente.

 

            Uno de sus marineros hace una declaración obvia a la prensa (EP.30/07): “a quiénes más nos interesa es a los que vivimos de esto”. No quito ni un punto, ni una coma, pero me voy a permitir parafrasearlo con otro mensaje no menos auténtico y patético “a los que también más nos interesa es a los que comemos esto”. No solo pescadores y pescateros (no es lo mismo una pantasana que una pescadería), o los que trabajan en factorías conserveras, etc… Es que nos estamos comiendo nuestra propia porquería, por no decir otra cosa más escatológica, ya me entienden ustedes… Estamos envenenando nuestro organismo con microplásticos y otras sustancias tóxicas.

 

            Investigadores y científicos concuerdan en que “las basuras marinas en el Mediterráneo provienen en su mayor parte de la tierra que lo rodea”. Y que, hoy por hoy, “es tan cuantiosa, que no es posible calcular la que hay depositada en los fondos marinos, pero se sabe que es incontable…”. Estos pescadores están haciendo una labor callada y sacrificada convirtiéndose también en limpiadores del mar. Nos alimentan y eliminan lo que nos envenena. Dentro de lo posible, claro, que es bien poco, pues los peces ya vienen jodidos…

 

            Si los autores directos de esta monstruosidad (todos) no nos concienciamos de ello y cejamos en nuestra acción invasora y depredadora de playas, calas y costas, nos aniquilaremos junto con nuestras propias víctimas. Nosotros no somos justos, es cierto, pero la naturaleza sí que lo es, ya lo creo... Implacablemente justa.

 

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