EL STOP

  

No podía imaginarme que mi artículo "El dedo mágico" llevara en su título tanto rebote el día de su publicación. Fue como una pelota en el lugar y el momento adecuado. O algo así. En otros periódicos, la expresión la utilizó Miguel Sánchez, de Ciudadanos, para diferenciar lo que el PP califica de "error" a lo que él califica de "dedo". Y es ahí mismo que está la cosa del caso...


El que ahora se use la demagogia barata del chantaje y la amenaza por parte de la portavoza de que el pueblo pedirá explicaciones a Ciudadatas por el bloqueo de los presupuestos y el daño que se hace a ese mismo pueblo, es querer desviar las culpas del responsable del entuerto al espejo que lo refleja. Los populares deben de cumplir lo que firman y prometen, primero, y dejar de señalar al mensajero que solo le trae la carta de incumplidores. Al fin y al cabo, la causa y origen del guirigay no es un simple error administrativo. Es un error administrativo con un claro propósito partidista, un error que fomenta el nepotismo de partido, es, enfín, prevaricación de partido. Es un dedo que sabe lo que señala y porqué lo señala. Un dedo con dedal puesto...


También mi admirado maestro, Ángel Montiel, de La Opinión, utiliza la expresión del dedo en su análisis certero de lo que él llama "sainete", organizado desde nuestra corrala. Habla de la prevaricación, denunciando la estrategia aplicada por el partido implicado (PP) al querer mostrar al respetable una manipulación tan simple como simplista: que existe una prevaricación buena y una prevaricación mala... aunque así no sea, claro. Pero, si cuela, cuela... O sea, como el colesterol bueno y el colesterol malo.


Yo lo expongo con otro ejemplo muy sencillo de entender: Si alguien se salta un Stop, no vale decir que no venía nadie, o que le daba tiempo a pasar, o que... no. La multa es la misma, porque las señales de tráfico están para cumplirlas y no son matizables con ningún supuesto ni posible consecuencia. No existen tragadas de Stop buenas ni malas, son una infracción de tráfico, y punto... Lo que ocurre en este caso es que, quién conduce, no solo se jacta de saltárselos, si no que se cree con derecho a saltárselos, y, como tiene necesidad de demostrarlo, encima enseña su mágico dedo.


Eso es todo... Otra cosa es la responsabilidad de la oposición de la oposición, o de parte de la oposición local, o... que desean sacar posicionamientos políticos de esta desgracia, y se exigen réditos partidistas que se dinamitaron en su día al declarar que en política no existen actos de fé, pero se hizo un acto de fé al abstenerse en favor de la persona equivocada... Pero, en fin, bien estará lo que bien puede acabar, si, al final, se supiera rectificar a tiempo, pues así es como los fallos se convierten en virtud.