ES POR ESTO QUE...
- Por miguel-galindo
- El 13/02/2020
El otro día, leí en una escritora argentina, Leila Guerrero, unos versos ya olvidados del poeta portugués Fernando Pessoa (la literatura, afortunadamente, no entiende de lenguas ni de patrias, pues su único idioma es el sentimiento, y su única patria la humanidad) – esto es mío – y de nuevo sentí lo que fue viejo, y ahora que soy viejo siento lo que un día fue nuevo:
“No soy nada,
nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Y, aparte, y a pesar de eso…
tengo en mí todos los sueños del mundo…”
Y me parece a este servidor de las monjas, no sé por qué, que es un verso de una humanidad universal. Es humano, porque solo en las personas humanas, aunque no en todas, evidentemente, se puede dar este sentimiento común y profundo de ser parte de la nada y del todo a la vez y al mismo tiempo. Y es universal, porque, si todos pertenecemos al mismo universo, esta sensación forma parte intrínseca del propio “universo universal”, de la misma creación, de la propia disposición de las cosas dentro del ordenado desorden del aparente caos en el que nos movemos todos, y en el que se mueve el mundo y nosotros con él y en él.
A los que no se esperaban esta semana una reflexión patético-filosófica, quizá que no hayan soportado hasta este párrafo, y esta advertencia ya sea inútil, pero si no fuera así, mejor les aconsejo que se las piren ahora de aquí, pues me ha entrado la vena y no tengo intención de cambiar de tercio a estas alturas, una vez que me he puesto a lidiar este novillo. Así que acabaré con la faena en este ruedo aunque no aspire a darle la vuelta al mismo. Por lo que en este mismo punto pueden ustedes abandonar el albero…
Pero yo me identifico en plenitud con ese pensamiento de Pessoa construido de sentido verso. De verdad. No soy nada, nada creo ser, nada espero ser, ni nada espero de nadie ya… Todas las preocupaciones y deseos del mundo anidan en mí. Pienso que ha sido así durante toda mi vida, si bien las aspiraciones y la edad – llámenle madurez, si quieren – han dibujado distintos surcos y matices en diferentes zonas de mi ya arrugado mapa del alma. Si alguien ha esperado, o aún espera, algo, porque se cree ser algo, tejerá su propia infelicidad. Sin embargo, si nada espera por nada a pesar de haber removido en cien potajes, cosechará la satisfacción de la experiencia y conservará el olor de sus guisados.
Esa, al menos, es mi interpretación personal de tales versos. La enseñanza que yo saco. Lo bueno de la poesía universal es que cada cual puede reconocerse en ella, y sentirse cómodo entre las enredaderas de sus versos. Mucho más, ya digo, cuando el mensaje que cuelga de ellas como un fruto, es patrimonio del alma humana. Entonces el soneto se convierte en un espejo, y las conclusiones están en nuestro reflejo… ¿ven?, he bordado un pareado.
Si algunos han querido finalizar este corto de hoy, y me han seguido hasta aquí, pueden aplicarse el verso y reflexionar en el mismo y en sí mismo. Seguro que ustedes-vosotros, como se dicen en andalusí, también, al igual que todos, han sido víctimas del espejismo de las expectativas.
Pues por eso mismo lo digo, amigos míos, por eso mismo…
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php / próximo programa, día 14 Febrero: LA REALIDAD DE LA IRREALIDAD
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